Amo el deporte. Amo los
deportes. Todos, los que controlo y en los que patino y cada día trato de conocer más, mitad por interés, mitad
por ese defecto indomable de querer aprender más y más. El deporte forma parte
de mi vida, desde mucho antes de dedicarme al periodismo deportivo, espero que
también mucho después de aparcar esta bendita profesión cuyo rumbo me golpea
cada vez más el alma. Como amante irracional y empedernido de los deportes, me
enamoran los Juegos Olímpicos, esa cita cuatrienal que paraliza el mundo y que
convierte en héroes a deportistas archiconocidos, y también a los 99% anónimos
durante la olimpiada, ese período entre unos Juegos y los siguientes. El sábado
conoceremos si Madrid alberga los de 2020. Y llevo días pensando, leyendo,
documentándome para escribir este artículo porque tengo muy claro que lo
políticamente incorrecto ha de estar muy preparado. Sobre todo cuando la sombra
de la hipocresía, la influencia e incluso la mentira amenaza al motor de una
cita tan especial.
Me encantaría disfrutar de unos
Juegos Olímpicos en la ciudad que me vio nacer. Sería una emoción incontenible,
una experiencia inolvidable e irrepetible, y ya ni os cuento si puedo vivirla
como periodista, espinita y
frustración que algún día espero sacudirme de las entrañas. Para mí los Juegos
es lo más grande. Aún me río hablando con mi madre cuando recordamos las
broncas que me echaba durante Barcelona 92 (con 13 años) porque ni siquiera me
quitaba el pijama ni me despegaba del televisor durante días y días. Curiosas aquellas
madrugadas en Pekín 2008 en las que ponía el despertador cada hora para ver
alguna competición o simplemente escuchar los boletines de la radio. Increíbles aquellas
carambolas trabajo-dinero-vuelos para poder estar en Londres disfrutando de lo
más grande que existe, el deporte. Sí, asistir a unos Juegos en la ciudad en la
que vivo sería un sueño, sería maravilloso. Pero señoras y señores, esto que
estoy escribiendo es perfectamente COMPATIBLE con asegurar que el cómo me
ofrece muchísimas dudas, cada vez más.
El camino a los Juegos es política.
La política rara vez se lleva bien con el deporte. Bueno, realmente la política
actual, por deméritos constantes de la inmensa mayoría de sus actores, ya no se
lleva bien con nada ni con nadie. Madrid se ha embarcado desde hace más de una
década en un proyecto olímpico que por el camino ha dejado un agujero económico
gigante, pagos por informes del “amigo” Urdangarín, infraestructuras casi
cerradas por defunción y revolcones de todo calado que al final terminan
pagando los contribuyentes. Los que de verdad entienden de recovecos olímpicos
y opinan sin ese forofismo que algunos se toman como una obligación, aseguran
que lo más lógico es que Madrid fracase
por tercera vez consecutiva. Es difícil acertar con un pronóstico, entre otras
cosas porque hay electores que deciden su voto a última hora, lo cual es
demencial, delirante y patético. Todo depende de los famosos lobbies de última hora, aunque algunos
el único lobby que conocemos es el de
algunos hoteles que te permiten conectarte a Internet.
Es asqueroso comprobar como
políticos de medio pelo, escasa formación y menos vocación deportiva se abrazan
a la expresión espíritu olímpico como si fuera un suave osito de peluche ¿Qué coño es el espíritu olímpico? Quizás sea
la continua tibieza contra el dopaje, o la cantidad de gente que sigue viviendo
del cuento gracias a nuestros tres intentos olímpicos, o la enorme posibilidad
de negocio privado que supone albergar unos Juegos, o simplemente la
megalomanía incontrolable de ciertos políticos que cada mañana se miran al
espejo y ven la imagen de un superhéroe. Qué fácil es utilizar la expresión espíritu olímpico y que difícil es
encontrar a alguien fuera del deporte que sepa realmente lo que significa.
Los políticos (y aquí incluyo a
la mayoría de presidentes federativos, muchos de ellos con trayectorias sospechosas o directamente corruptas en su gestión) y su poderoso ejército
mediático nos tratan de meter en vena que los Juegos Olímpicos serían lo mejor
que le puede pasar a Madrid y a España. Que dejaran dinero y dinero, que
crearán empleo y empleo, que alimentarán sueños y sueños, que generarán valores
y valores. Pero tú, amante del deporte como yo, seguramente no habrás leído ni
escuchado que la historia de los Juegos Olímpicos demuestra que han costado de
media un 179% más de lo presupuestado, que lo que se necesita para construir
infraestructuras se quita del deporte de base y de partidas sociales, que se
invierte más de lo que se consume, que siempre aumenta la deuda pública… y que
todos esos costes de más terminan siempre influyendo en el ya bastante dañado
bolsillo del ciudadano. El mismo dinero que se utiliza para recibir con todo
tipo de lujos a los comisionados que votan, alérgicos al menú del día o los
hoteles de 4 estrellas. Gane o pierda este sábado, la candidatura Madrid 2020,
como antes 2016 y 2012, se han gastado exageradas cantidades de dinero.
¿Cuánto? Algún día lo sabremos seguro… y probablemente nos desmayemos del
susto. Que nadie nos intente convencer de que con tan pingües cantidades, nadie
se ha visto beneficiado en sus negocios personales y en sus cuentas bancarias.
Los mundos de Yupi nos quedan a todos muy atrás. (Os recomiendo la lectura de
este brillante artículo de María Cappa).
La realidad del deporte español
es que la situación tiende a un notable descenso de las medallas y diplomas en
los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016. Eso siempre es una consecuencia
de, y ahora también. Mientras rozan el orgasmo algunos de los que defienden las
interminables bondades de un Madrid olímpico, muchos atletas de élite aún no
han cobrado sus becas prometidas y ganadas con esfuerzo en competición.
Mientras Ana Botella habla de la maravilla de los Juegos, miles de chavales ya
no pueden hacer deporte en las escuelas o polideportivos municipales de Madrid
porque se ha convertido en un artículo de lujo. Mientras Alejandro Blanco se
emociona con “sus” Juegos, piragüistas españoles campeones olímpicos se pagan
sus viajes y los de su equipo de trabajo para poder competir y representar a
España. (Fantástico este reportaje de Mariano Galindo).
Qué rabia da comprobar como los políticos piden la ayuda de deportistas de los
que sólo se acuerdan para hacerse la foto. Siempre con una sonrisa, la falsa
sonrisa de amor por el deporte, la verdadera sonrisa de amor por el poder y el
dinero. En las altas instancias de poder se consigue incluso que Ruiz Gallardón
(Alberto) le convenza a Pérez (Florentino) para que su equipo de baloncesto
utilice la Caja Mágica, en claro perjuicio (a los hechos me remito) para los
hinchas del Real Madrid, los mismos que con su pasión habitual estarían en las
gradas animando a España en 2020. La gran hipocresía. La gran falacia. La gran
mentira.
Adoro el deporte. Y los Juegos
Olímpicos. Hasta vivo enfrente de La Peineta, casualidades (o no) de la vida.
Pero censuro sin adornos a los que me tratan de convencer continuamente que si
estás ligado al deporte tienes que apoyar de manera incondicional la
candidatura de Madrid. Que sean los políticos los encargados de vender el
deporte es llegar a la cima del surrealismo y papanatismo. El periodista no
está para “forofear”, está para tratar de informar con datos y decir lo que
piensa, algo cada vez más difícil. El periodista también está para dar difusión
a los deportistas más desconocidos o para contarle a la gente preciosas
historias de olimpismo, como hace con brillantez mi amigo Alberto González, Pipe en su Planeta Olímpico de Radio
Marca. Pero el periodista no está para abrazarse con emoción a los Blanco,
Botella, Gallardón y compañía, actores principales del lobby y la política, actores
penosos en el desarrollo del deporte, de los deportistas, de los niños que
quieren hacer deporte. Ya está bien de hipocresía, de mentiras y de vender una
moto de alta cilindrada a un ciudadano que al final, como siempre, saldrá
perjudicado. A estas alturas de la función, lo único que tengo claro es que si
mi hijo/a no se quita el pijama durante el mes de agosto de 2020 no le echaré
la bronca. Sean los Juegos en Madrid, en Tokio o en Estambul.
Me encantarian unos JJOO en Madrid, no a cualquier precio y más con la que está cayendo.
ResponderEliminaren parte tienes razón, pero es q el 70% por ciento del gasto se ha hecho, el gasto exagerado para optar se ha hehco y más aún si no nos toca hay posibilidades q aumente.
ResponderEliminarPor cierto no existe negocio privado como una isla desierta si hay negocio es bueno para todos, de hecho el concepto de negocio, existe alguno q no sea privado? lo publico no es un negocio y por eso cuesta mucho más hacer lo mismo público q privado, es algo q a mucha gente os cuesta comprender. Cuando se hace negocio se obtienen beneficios se genera dinero, los beneficios generan impuestos, generan trabajo generan nuevos negocios. Lo q no es negocio no genera beneficios, por lo q no se generan nuevos trabajos, ni impuestos, siempre se puede falsear con deficit(prestamos) pero eso ya sabemos a lo q lleva.
Si a mi me dicen plantearme ahora mismo los juegos olímpicos diría, me parece una pena pq quiero vivirlos pero es un gasto una fuente de mangoneo, pq unos juegos olimpicos es público. Ahora una vez ya tirado el dinero, caja mágica, peineta, palacio de deportes, promoción en tres veces q no hemos presentados, al menos recuperemos parte
No le falta una coma, no le sobra un punto, no le añado una tilde. Impecable descripción de las sensaciones que tenemos muchos españoles y madrileños con esta candidatura.
ResponderEliminarAmen a lo expuesto por Salva.
ResponderEliminarTodo lo que cuenta el post es cierto, pero no es menos cierto que el gasto ya está hecho, así que, POR DÍOS (y lo dice un ateo), que concedan los juegos a Madrid 2020 con mangoneo o sin mangoneo para ver si así al menos se amortiza parte del gasto.
Pero los Juegos amortizarían parte del gasto ya hecho o lo aumentarían? Cuánto se llevaría la ciudad de Madrid (y sus ciudadanos) realmente?
ResponderEliminarApunto más a que se doblaría la deuda antes de que se amortizara algo.
NO A MADRID 2020
Nadie va a hablar de la Liga de Futbol Profesional ??? Tenemos una vergüenza de LFP rescatada por cajas que eran gobernadas por políticos, y que casi hunden al país...
ResponderEliminary del ciclismo ??? Es ese el espíritu deportivo ??
Y de que los periódicos más leídos en España traten de "cotilleos" deportivos, me avergüenzo de las inquietudes de la población
Los juegos olímpicos dignifican al deporte, que se encuentra en una situación realmente preocupante, y no precisamente por culpa de unos juegos que se hacen cada cuatro años, sino por el día a día de una población sin inquietudes
Bravo por tu criterio y tu valentía. Con los recortes que hay ahora mismo en cosas tan basicas y fundamentales como son entre otros la sanidad y la educación, tener que seguir recortando en ello, para que unos pocos puedan seguir haciendose más ricos me parece de tener pocas miras.
ResponderEliminarOlimpiadas si pero asi no.