Han pasado ya más de 100 días desde aquella gran final de Champions entre el Bayern Múnich y el Borussia Dortmund. Fue mágico comprobar cómo la mítica catedral de Wembley acogió a dos de las hinchadas más maravillosas del mundo. Un gran partido en el césped con una atmósfera inefable en las gradas de uno de los templos mundiales. Una final de la Liga de Campeones es como un bocata de jamón ibérico en Monesterio (Extremadura). Una delicia. Pura Copa de Europa, puro fútbol, pura pasión.
Casi 4 meses después ya está aquí la mejor
competición de clubes del mundo. No te das cuenta de lo que la extrañas hasta que los martes y los
miércoles están huérfanos de balompié continental. Sobran alicientes
futbolísticos, pero la Champions es mucho más que un balón y 22 tipos pisando
la hierba. Es un himno capaz de ponerte la piel de gallina, de elevar tus
mecanismos emocionales hasta niveles extremos. Son estadios legendarios... y
también el encanto de aquellos estadios que a duras penas cumplen con los
requisitos básicos. Es el gusanillo de los aficionados que reservan sus vuelos 5 minutos después de conocer
el desenlace del sorteo. Si eres hincha de la Real o del Atleti experimentarás
la enorme ilusión del que se estrena... y del que vuelve. La Champions es la
música atronadora que suena en el estadio justo antes de la salida de los
equipos. Es un espectáculo sin parangón, una religión para los que estamos
rematadamente locos... por el fútbol.
Los trasatlánticos europeos
están listos para pelear sin descanso durante los próximos 8 meses. Bayern,
Barcelona, United, Real Madrid, Chelsea, Dortmund, Nápoles, Arsenal, Juventus,
Atlético de Madrid, City, PSG, Oporto o Milan. Y los astros ya están listos
para volver a erigirse en actores principales de un espectáculo maravilloso.
Messi, Cristiano, Arda, Higuaín, Robben, Lewandowski, Neymar, Bale,
Ibrahimovic, Villa, Vidal, Cavani, Iniesta, Ramos, Carlos Vela, Ribery,
Mkhitaryan, Ozil, Valdés, Neuer, Hazard,
Van Persie, Kevin Prince Boateng, Jackson Martínez... y muchos más. Y
asistiremos a la actuación estelar de algún tapado
que nos sorprenderá a todos. Y a la presentación en la sociedad más elitista
del fútbol de un ramillete de futbolistas hasta ahora más desconocidos. La
Champions da para eso y para mucho más.
Os voy a confesar un secreto. Después de estas parrafadas que os he soltado, para mí sólo hay dos cosas imprescindibles para seguir disfrutando de este gran show llamado Champions. 1) Que el Celtic de Glasgow se haya clasificado, así puedo seguir idolatrando ese templo llamado Celtic Park y admirando a la mejor hinchada del Viejo Continente. 2) Que el dios del futbol me deje llamarle a esta competición Copa de Europa. Como toda la vida. Bendita Copa de Europa. Qué gane el mejor.
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