Para mí el
periodismo es la profesión más hermosa del mundo. Y en concreto la rama del
periodismo deportivo es fascinante, un sueño vocacional que uno tiene desde
pequeño, una forma de vida que uno disfruta cuando cumple ese sueño. Partimos
de esta premisa antes de dar el salto a la dura realidad, que nos muestra sin
compasión una alarmante tasa de paro en la profesión, unos sueldos en muchos
casos miserables y un intrusismo que enrabieta más que por el intrusismo en sí,
porque los intrusos son muchas veces verdaderos incapaces. Aun así, cuando he
tenido la inmensa fortuna de compartir un rato con jóvenes estudiantes de
periodismo, siempre he huido del discurso natural y mayoritario. Yo les digo
que peleen por su sueño porque cercenar los sueños humanos se está convirtiendo
en una penosa costumbre.
Me duele mi profesión, la de
periodista (deportivo). Me duele porque honestamente creo que estamos lejos de
nuestro mejor momento. Huyo completamente de la tentación de dar lecciones
públicas de buen o mal periodismo, un error en el que (casi) todos incurrimos
de vez en cuando. Por eso voy a utilizar en todo momento el nos, aunque siempre me ha parecido
injusto hablar de la famosa prensa, uno de los sectores más heterodoxos que
conozco, como un ser individual e indivisible. Repito, no pretendo impartir
ninguna lección, pero como profesional sí me siento legitimado para transmitir
una humilde opinión, mis certezas y mis millones de dudas. Pienso que es una
buena manera de construir, de hacer pensar, de recibir opiniones, incluso de masticar
concienzudamente críticas severas que pueden abrirme los ojos. Que nadie se
tome este texto como lección de nada, simplemente es una vía de escape. Los que
escribimos a menudo lo hacemos, entre otras cosas, para ser leídos. Para compartir
lo que llevamos dentro.
Os decía que me duele mi
profesión, me duele el periodismo deportivo versión siglo XXI. El periodismo de
filias y fobias, el periodismo de forofos, el periodismo de bufanda, y en
ocasiones camiseta, pantalón, calcetines y hasta gayumbos de éste o aquel equipo de fútbol. En mi idea de periodismo
es inconcebible que un oyente o un telespectador acudan a una tertulia
conociendo de antemano cuál va ser la opinión de cada contertulio. Casi ni
importa la realidad, lo que haya sucedido media hora antes en un campo de
fútbol o en una sala de prensa. Los periodistas se han convertido en personajes
con un rol muy definido, el de contentar a unos, que lo ven como el gran gurú, y encabronar a otros, que colocan cada noche a este periodista en el
hueco de la diana reservado para los 50 puntos. Una forma de proceder con la
que lanzamos por la ventana toneladas de credibilidad.
Nos hemos acercado sin rubor a
la conducta habitual del periodismo rosa.
Es ya habitual ver a un reportero/a persiguiendo un coche conducido por un
futbolista que ni siquiera va a bajar la ventanilla. Del kétchup y la mostaza
hemos pasado a una salsa rosa pegajosa y hasta caducada. Nos acercamos al
efecto Sálvame en el contenido y también en la fachada, es
decir, en las músicas, en los rótulos, en los famosos cebos, en los gritos, en
la puesta en escena. Siempre he defendido que el populismo es un camino
demasiado fácil para un periodista. El periodismo siempre te obliga a elegir
senderos más abruptos.
Los periodistas tenemos mucha
culpa de la situación actual, a la que también han contribuido, por ejemplo,
los clubes de fútbol. Traigo un ejemplo real que sirve para ilustrar el
papanatismo y la sinrazón que reina en muchas ocasiones en la relación entre
los servicios de prensa de los clubes y los medios de comunicación. Junio de
2012. El Real Madrid C, por aquel entonces equipo de Tercera División, jugaba
en Binissalem (Baleares) una eliminatoria de ascenso. Onda Madrid, la radio de
la Comunidad de Madrid, se desplazó a cubrir el partido cargando con los gastos
del avión, coche de alquiler, hotel y línea digital para trasmitir el partido.
Pues bien, durante la semana anterior al choque Onda Madrid no pudo hacer
ninguna entrevista a ningún jugador del equipo por decisión del club. Es
difícil encontrar un ejemplo de locura mayor
que este, a mi desde luego no se me ocurre. Para mear y no echar gota.
Me duele mi profesión. Por eso
disfruto como un enano cada domingo a
las 23 horas viendo un programa de televisión como El día del fútbol. Por eso aprendo cada día de muchos compañeros
que cuidan esta profesión, que miman esta profesión. Por eso me deleito leyendo
unos cuantos blogs en Internet que siempre aportan algo que te hace pensar. Por
eso admiro a los periodistas que cuentan historias. Porque los periodistas
tenemos millones de historias detrás de la puerta, historias que merecen ser
contadas. El hincha puede, y quizás debe, ser un forofo, pero el periodista
jamás. Se puede transmitir pasión y emoción por la radio sin abrazarse al
forofismo barato y, en muchas ocasiones, servil. Porque ahí está la madre del
cordero. Poder, intereses, favores. Han existido toda la vida en el periodismo,
también en el deportivo. Pero en los últimos tiempos han alcanzado un grado
realmente alarmante.
Mi experiencia me dice que ahí fuera hay muchos receptores de información
que buscan equilibrio, honestidad, verdad. Un periodista ha de intentar cada
día de su vida acercarse a la famosa máxima de contar
lo que ve y opinar lo que piensa. Acercarse, seguro que mis compañeros de
profesión me entienden. Algo que parece fácil y que se ha convertido en una
quimera de dimensiones bíblicas. Me
duele mi profesión, sí. La profesión más maravillosa del mundo. Y pienso que
los periodistas somos los grandes culpables de lo que está ocurriendo.
PD. Pido perdón de corazón si alguien se ha sentido ofendido por este artículo.
Hola colega, estoy de acuerdo contigo y sé que desde los medios se educa a los espectadores como ovejas con técnicas cada vez más deleznables, pero este tipo de periodismo es el escogido en tiempos en los que hay que desconectar de cualquier forma. Si la cosa fuese mejor en España, ya me fastidiaría que se usase este periodismo.
ResponderEliminarFirmo debajo de tu escrito Carlos.
ResponderEliminarBlas imaginas una redaccion de deportes a lo antigua Onda Madrid pero a nivel estatal añadiendo a gente tipo Ramon Trecet, Segurola, Paco Gonzalez, Edu Garcia, Fermin de la Calle, Ruben Uria y algunos más que me olvido. Yo creo que en audiencias lo petaria y que decir en la calidad de la programación. ¿Por cierto sabes tienes alguna opinion sobre Angel Gonzalez Ucelay y su salida y sus "peleas" internas en la antigua Punto Radio?
ResponderEliminarSuscribo cada una de tus palabras, porque es la realidad del periodismo catalán, el que sufrimos los pericos o los que no son del Barça. El odio, insulto y vejación hacia nuestros colores es cada vez mayor, y esto la gente de aquí lo lee o escucha, pero los de fuera de Catalunya no tienen ni idea. Por eso tus palabras suenan a manantial fresco y transparente comparándolo con las aguas contaminadas de cualquier medio de comunicación Barcelonés. Gracias y no cambies.
ResponderEliminarDesconozco los pormenores de aquella historia, Jesús. Gracias a todos de corazón por vuestros comentarios, un abrazo!!
ResponderEliminarImpresionante articulo, esto solo podria salir de la pluma de un periodista de los pocos que quedar. Por que la gran mayoria son periodistas del morbo y la pelea que asco me dan, pero hay una opcion para librarte de ellos y es no escucharlos o verlos.
ResponderEliminarPor suerte de vez en cuando tenemos al Sr.Blas que nos deleita con sus textos como los que escribe en el herald.
Y digo una cosa ¿por que tanta diferencia entre ambos periodismos?
Muchos buscamos equilibrio, honestidad y verdad en el periodismo, por eso mismo estamos en este blog.
ResponderEliminarPor suerte, mientras siga habiendo periodiscas como tu, el periodismo seguirá siendo la profesión mas maravillosa del mundo.
Muy grande Carlos, como siempre.
Me he sentido reconocido en el artículo, demanda penal al canto, eso sí te va a doler, cabronazo. Ah no, que yo ya no soy periodista deportivo y sí 'chouman', te has librado, puedes seguir escribiendo "cosas" como las que acabo de leer. Abrazos.
ResponderEliminarQue grande Blas,sólo transmite el que lo siente ,y tu sudas tinta tío.
ResponderEliminarLarga vida al periodismo auténtico.
Desde que tengo uso de razon, creo que he consumido periodismo deportivo. Con 12 años me acostaba TODAS las noches con la radio encendida, los fines de semana seguia la jornada deportiva, mi mujer aprendio a convivir con las aficiones de un apasionado del deporte. Pero hace unos años, he perdido esa afición, siento asco con el servilismo y amarillismo de la prensa deportiva, me han echado. Por eso valoro tanto firmas como la tuya, atrevidas y sobretodo que tienen claro a quien deben servir. Antes sentia envidia de vuestra profesión, ahora me da pena
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