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miércoles, 26 de diciembre de 2012

LOS GRANDES OLVIDADOS DE ESTA MIERDA


          Onda Madrid (y Telemadrid) pagan buenos sueldos. Muy buenos sueldos. Y se cobra con puntualidad. Es imprescindible no olvidarlo en el día a día, abrir la ventana y comprobar que fuera hace frío y llueve, que todo lo relacionado con la profesión presenta un escenario lamentable. Y con mucho más motivo de un tiempo a esta parte. Esta filosofía la practican muchos de mis compañeros, que disfrutan de su trabajo, que “curran” a gusto. Con los problemas cotidianos de cualquier trabajo, sí, pero con ilusión. Muchos de los que estáis leyendo este artículo sabéis que en demasiadas ocasiones es una quimera trabajar en algo que te haga siquiera moderadamente feliz. Por eso es indispensable abrir la ventana y echar un vistazo al exterior, sentirte un privilegiado.
           Otros optaron por tapiar la ventana, tumbarse en la hamaca y disfrutar eternamente de un “cocktail” sabroso, de esos que se toman con pajita. Se abrazan al convenio como si fuese Angelina Jolie o George Clooney. Conocen cada arruga, cada lunar, cada punto G,H y Z del “Gran Convenio de Trabajadores”. Pero siempre con la ventana cerrada, no vaya a ser que entre una ráfaga de viento y mueva su “paraíso” particular. Y otros (los menos) se orinan en el convenio, en el paraíso, en el viento, en el cocktail y, de paso, en el compañero de al lado. Estos últimos entraron hace demasiado tiempo en una dinámica de “golferío laboral” intolerable. Su microclima es el de la falta de respeto permanente por su trabajo… y el de los demás. Y luego están los trabajadores “fuera de convenio”, habitualmente denostados porque muchos de ellos cobran cifras inadmisibles para un medio de comunicación público. Pero yo en este artículo quiero hablar de los “fuera de convenio” que trabajan como el que más y que cobran como el que menos.
            Quizás ya conozcas el inmenso problema que tienen encima los trabajadores de Onda Madrid y Telemadrid. Quizás no, y me parecería absolutamente normal. Digo esto porque algún “iluminado” debe de pensar que todo el mundo conoce esta situación, ya que se permite el lujo de mantener en silencio una emisora de radio de manera indefinida. No, no me refiero al derecho a hacer huelga o no (faltaría más), sino a que pienso que es intolerable que durante largos días sólo se escuchen en una radio las señales horarias, que no aparezca de vez en cuando una locución para contarle al oyente (¡¡¡sagrado!!!) por qué su radio está en silencio. Si has oído hablar del ERE (Expediente de Regulación de Empleo) que se va a llevar a cabo en Onda Madrid y Telemadrid, habrás escuchado alguna que otra vez el número 925. Quizás lo hayas visto en las protestas del sorteo de la Lotería, quizás en las pancartas colgadas en los puentes cercanos a la Ciudad de la Imagen, quizás en alguna de las concentraciones de protesta, quizás en alguna red social. Se ha llegado a la convicción de que van a ser 925 personas las afectadas por este ERE. No es verdad.

               
          Los primeros damnificados por el ERE ya están aquí. No voy a dar sus nombres fundamentalmente por respeto hacia ellos, y también porque los conozco muy bien y sé que no les gusta un pelo aparecer como “mártires” de esta historia. Finalizan contrato ya, el 31 de diciembre. Hacen el mismo trabajo que los demás (o más), pero no cobran como los demás. No tienen nómina, no tienen  “chupetines”, no tienen asuntos propios (ni ajenos), no les pagan la gasolina, no reciben ni un vale de comida, no tienen vacaciones remuneradas. Nada de nada. Se pagan su Seguridad Social cada mes y el IVA cada tres meses porque son autónomos. Se les va más de medio sueldo en impuestos. Incluso les bajaron el 5% de los funcionarios, en una decisión que roza lo dantesco. Presentan, copresentan, animan, producen, hacen reporterismo, narran, cogen el inalámbrico, hacen fútbol, baloncesto , cricket… y hasta información general si es necesario. Se pagan un viaje de su bolsillo para poder seguir gozando de lo que más les gusta. Siempre encuentran amigos o familiares en cualquier ciudad de España porque la empresa ni siquiera les costea una noche de hotel. Tampoco una dieta de viaje, por supuesto. Echan uno, dos o tres cables a compañeros de otras secciones aunque no lo permita la “letra pequeña” de su convenio particular. Les encanta su trabajo, disfrutan con cada transmisión, con cada programa, con cada partido. Gritan “uhhhhhhh”, dicen “ñiki ñiki” o berrean “Viva la radio” con alegría y pasión por su profesión. Y le ponen una ilusión increíble, contagiosa, a pesar de que demasiadas personas no les tratan como merecen.
            Ellos son los grandes olvidados de esta mierda. Y os cuento por qué. Porque jamás los sindicatos se preocuparon por su situación, de hecho me atrevo a afirmar que no tienen ni puñetera idea de que su contrato expira ya mismo. Porque ni siquiera algún responsable/jefe de la empresa ha tenido la delicadeza de llamarles para contarles qué pasa con su futuro. Sí, una llamada simbólica, de esas que demuestran que en esta vida no todo se remite a lo pragmático. Porque incluso en esta coyuntura tienen que aguantar que algún “defensor de los valores” les pregunte si van a hacer huelga o no. No, no van a hacer huelga porque ni siquiera pueden elegir, no son trabajadores de la casa. Económicamente han de hacer la huelga por obligación. De hecho, mientras los trabajadores “de convenio” ya han cobrado diciembre, los “sin convenio” no tienen ninguna opción de percibir su salario a corto plazo porque en su caso nadie le da al “botoncito”. Le duela a quien le duela, los grandes olvidados de esta mierda han tenido y tienen mucho menos apoyo del que merecen. De hecho, son más queridos, respetados y reconocidos por los oyentes y por otros compañeros de profesión que en su propio “hogar”. Por eso estoy seguro que les reconforta que una compañera hable de ellos habitualmente en su diario, o que un jefe se invente lo de los “14 Yumas” para dejarles claro que aquí todos vamos en el mismo barco. Da igual que seamos 14, 15 o 112, que sean “Yumas” o “Yumitas”. Simplemente es un gesto simbólico, un pequeño detalle. Y es que algunos gilipollas seguimos pensando que los pequeños detalles son los que agitan el corazón de las personas.
            Ellos, los que se van ya, merecen este trabajo mucho más que aquellos compañeros que les han faltado al respeto. Como alguien que se negó a acompañar a un “sin convenio” a por una maleta con equipos técnicos porque “estaba en su turno de cerveza”. O cuando otro le dijo a un “sin convenio” que no era su esclavo simplemente por pedirle que llevara una maleta al despacho de los técnicos de exteriores. O cuando algún abonado al “golferío laboral” no quiso grabar a un “sin convenio” una entrevista para el día siguiente porque ya era demasiado tarde. Éstas son las verdades del barquero, entre otras cosas porque las he visto yo, el que firma con nombre y apellidos, con mis propios ojos. Hay quien se empeña en transmitir lo contrario, pero la realidad de Onda Madrid dista mucho de ser nubes de colores, piruletas de fresa o gominolas con formas de corazón. Ejemplo de ello es la historia de los grandes olvidados de esta mierda.

martes, 11 de diciembre de 2012

NOS LO LLEVAREMOS A LA TUMBA




Anoche, tarde, muy tarde, después de un día largo e intenso, con 0 grados en el indicador del coche y la Avenida de la Albufera casi desierta, hice dos llamadas. Realmente no las hacía yo, sino todos mis compañeros de Onda Madrid. Llame a Leva y a Jony. Ellos, con ese entusiasmo que sólo tienen los "héroes" y con ese corazón que sólo atesoran los que disfrutan ayudando a los demás, son los grandes artífices de que anoche el Estadio de Vallecas latiera por la radio... por nosotros. A los dos, a Leva y a Jony, les dije que ni en 10 vidas les podríamos agradecer un gesto tan hermoso, un momento tan especial. Quizás la ternura de las letras sirva para gritar bien alto nuestro agradecimiento al rayismo.

Sabéis que Onda Madrid (y Telemadrid) se encuentran en pleno Expediente de Regulación de Empleo (ERE), con un 80% de la plantilla afectada. La radio somos una barquita pequeñita que navega siempre cerca de la orilla, cerca de la gente que toma el sol. Cuidamos y nos dejamos cuidar. Les dejamos que entren en nuestra barquita pequeñita porque les necesitamos. Ellos son nuestros oyentes. Somos una barquita pequeñita con muchos marineros que merecen la pena. Una barquita pequeñita que ahora trata de aguantar en el mar a pesar de la contundencia de las olas y de los daños de la embarcación. Una barquita pequeñita de la que casi nadie se ocupa y que ni siquiera recibe el "guiño" de aquellos que lo tendrían que hacer por obligación. 

Algo sabía, algo me habían contado. Por eso llegué a Vallecas inquieto, descentrado, con esa "incomodidad" que provoca ocupar el papel de protagonista indirecto. Pero nunca me imaginé que en el minuto 10.13 (por aquello del dial de Onda Madrid) iba a asistir a la aparición de varias pancartas repletas de cariño, reconocimiento, amistad, fuerza, empuje, romanticismo, valentía... y rayismo. Fue simplemente inefable, inolvidable, emotivo hasta el infinito y más allá.


SIN ONDA MADRID, LA FRANJA DEJARÁ DE LATIR EN LA RADIO. Una leyenda brutal, preciosa. Cuando la radio se hace con el corazón, los sentimientos laten con fuerza. Así fue con el Rayo de los 90, así fue con el "EuroRayo", así fue con el Rayo enterrado en Segunda B, así fue en Eibar, así fue en los ascensos, así fue con el "Tamudazo", así sería en la Regional Preferente, así será siempre. La franja late, sigue latiendo con mucha fuerza en nuestra emisora.

AGUANTE ONDA MADRID. Grito que se podría corear en Vallecas o en el Monumental de Buenos Aires. Qué fuerza transmite ver, sentir esa pancarta en el lateral de la Albufera. Aguante, aguante. Tened claro que si Onda Madrid se mantiene en pie será gracias a sus oyentes, a todos los deportistas que tanto nos están ayudando y a muchos compañeros de profesión, que empujan con nosotros con una franqueza impactante. Es la única vía. Es la vía más bonita.

EN JUEGO, NUNCA CAMINARÉIS SÓLOS. "En Juego" es nuestro programa vespertino de deportes. "Nunca caminaréis solos" nos lo enseño Juanma, un oyente que se nos fue demasiado pronto y que estoy seguro está empujando desde la azotea por su gente, por su radio. Sí, esa pancarta apareció anoche en el estadio. ¿Puede existir algo más hermoso?

QUE NO SE APAGUE LA VOZ DEL FÚTBOL MODESTO. Si el Rayo bajara a Regional Preferente, allí estaría Onda Madrid para narrar sus partidos.  Por nuestro Rayo viajamos en avión, tren, coche, autocar, "guagua", barco, bicicleta, tándem o triciclo. Siempre con un micrófono en la maleta para que la franja pueda latir en la radio. Eso fue, es y será innegociable.

SIN LA CABINA 18, SEREMOS MENOS VALLEKANFIELD. La cabina 18 de Vallecas es la de Onda Madrid. Muchos dicen que es incómoda, fría y pequeña. Yo no la cambio por ninguna. Desde ahí hemos tenido el privilegio de contarlo todo, lo bueno y lo malo, la euforia y las lágrimas, el Girondins y el Pájara Playas. Desde la cabina 18 vibramos con el ambiente más inglés de Europa.

LOS RAYISTAS SOMOS GENTE MAT. Gente MAT es gente con etiqueta Madrid al Tanto. Hay mucha gente con esa etiqueta. Son todos aquellos que sienten el fútbol de "tierra", que algún día pasaron por él o que nunca se quisieron marchar de él. El fútbol más bonito del mundo. Admiro a muchos de mis compañeros con etiqueta MAT que desde la discreción se están dejando la vida por su radio. Admiro también a otros que ya no están pero que siempre serán gente MAT, porque esa etiqueta es mucho más que un oficio, que una radio, que un trabajo. Aquí manda el sentimiento. Y eso a la gente del "Rayito" le sobra.

POR SALAMERO Y ENRIQUE MURO, #SALVEMOSONDAMADRID. Buffff. Ésta es sin duda la que nos toca más adentro. Javier Salamero y Enrique Muro son dos locutores de radio que cuando les apetece siguen pegando berridos ahí arriba. Muchos de mis actuales compañeros compartieron batallas, vivencias y goles con ellos, otros como yo aprendimos a sentir la radio gracias a sus voces. Salamero y Muro vivían pegados al Rayo Vallecano, luchaban para que la franja latiera con fuerza en Onda Madrid. Es una pancarta maravillosa, insuperable.


Jamás podremos devolver el cariño que nos está insuflando Vallecas. Pero todos mis compañeros y yo os queremos decir que lo de anoche fue increíble, que perdurará en nuestra memoria eternamente. Pase lo que pase. Nosotros no estamos luchando por un puesto de trabajo. Nosotros estamos peleando para que no se muera una radio que vibra con los modestos, que acompañó la zurda de Michel, cabeceó con Bolo, corrió con Cota, lloró el gol de Tamudo, se pone los guantes con Ismael y celebra los goles de Natalia. Y sobre todo, una radio que salta, llora, ríe, se enfada, celebra y se come el bocadillo con el hincha de la fila 12.

Gracias, Leva. Gracias, Jony. Gracias, rayistas. Gracias a la mejor hinchada del mundo, la del Rayo, por su enorme corazón. Pusistéis la voz en un momento en el que nosotros no podíamos hablar. Nos habéis hecho inmensamente felices. Nos llevaremos esto a la tumba.

lunes, 26 de noviembre de 2012

MI RADIO


Voy a escribir sobre mi radio, Onda Madrid. Siempre será mi radio, esté donde esté, trabaje de lo que trabaje. "curre" donde "curre". Es mi radio como oyente, mucho antes de agosto de 1999, cuando hice las pruebas para entrar en "Madrid al Tanto". Y lo seguirá siendo si me echan y no la cierran, eso tenedlo por seguro. En Onda Madrid me he formado como profesional y como persona. He cumplido mi gran sueño. He disfrutado como un "enano". He llorado de alegría y de rabia. He aprendido (o no) que no siempre puedes esperar recibir lo que intentas dar. He perdido amigos y he ganado personas que ya sé que siempre me acompañarán en la gran aventura de la vida. Mi radio formará siempre parte de mí.

Tengo muy claro que quería, que necesitaba escribir este post. No tenía tan claro el momento, aunque sí la absoluta convicción de que jamás lo escribiría desde fuera. Es más honesto hacerlo desde dentro, lo otro podría ser considerado como una pataleta de "maltratado". Creo que ha llegado el momento. Me gustaría que nadie se sintiera molesto, pero eso seguramente forma parte del idealismo incongruente de aquellos que intentamos cada día (y no lo conseguimos) cuidar a las personas, ponernos en la piel de todos, incluso de esos a los que somos incapaces de comprender. Al final lo más importante es reposar la cabeza en la almohada con la conciencia moderadamente tranquila.

Los trabajadores de Telemadrid y Onda Madrid (¡también existimos!) van a ser sometidos a un ERE (Expediente de Regulación de Empleo). Duro, contundente, masivo, brutal. Las últimas informaciones apuntan a 925 personas, lo que supone prácticamente un 80% del personal. Este fin de semana, mientras hacía lo que más me gusta, radio, he visto a compañeros taciturnos, muy "jodidos". Me duele profundamente ver a buena gente con las lágrimas asomando en sus ojos. Me duele mucho porque ellos no se lo merecen. Saben quiénes son, sabéis quiénes sois. Y os puedo asegurar que hasta que esto vuele por los aires vais a seguir encontrando en mí una sonrisa, una broma, un abrazo, un beso, un guiño. Y que me va a seguir cambiando la cara cuando hagamos una "cagada" en el programa de los sábados, esa autoexigencia no es negociable.

Llevo trabajando en Onda Madrid 14 años. Quizá demasiado tiempo porque siempre he tenido muy claro que los ciclos se acaban. En estos 14 años he tratado de observar mucho, de no quedarme en ese mundo propio que a veces los seres humanos convertimos en un "ombliguismo" insoportable. Considero que 14 años dan para hacerse una idea de cuáles son las cosas buenas y las malas de una empresa tan peculiar. Conozco a muchos compañeros de Telemadrid, incluso he tenido el privilegio de colaborar como periodista para la tele, una experiencia increíble de la que salí muy fortalecido. Allí también encontré satisfacciones y un buen número de decepciones, pero me vais a permitir que me centre en lo que conozco, la radio. Onda Madrid.

Promover un ERE es reconocer un fracaso. Organizar un ERE tan bestial es reconocer que lo has hecho rematadamente mal. Echar al 80% de una plantilla es gravísimo. Es una decisión que esconde años y años de mala gestión. Errores intolerables que ahora van a pagar algunos buenos trabajadores y mejores compañeros. Deteneos a pensar en la ingente cantidad de malas decisiones que se habrán tenido que tomar para llegar a la conclusión de que sobran 3 de cada 4 efectivos. Es simplemente patético. Escandaloso. Pero creo que quedarse ahí sería un error, ponerse la venda de un corporativismo dañino y absurdo. Y yo no lo pienso hacer.

Trabajo con compañeros a los que admiro. De todos los departamentos, de todos los programas. Personas de las que aprendo todos los días, que se esfuerzan por hacer las cosas bien, por mejorar, por respetar al compañero que depende de su trabajo y de su colaboración. Mientras escribo esto me vienen a la cabeza decenas de nombres y apellidos, pero eso al fin y al cabo da igual. Pase lo que pase, recordaré con mucho cariño  los momentos inolvidables de radio que he compartido con todos ellos. Pero lo que no podemos hacer es acomodarnos en la mentira de "Los mundos de Yupi", porque eso es una falacia de dimensiones gigantescas. Yo no quiero mentir, no puedo mentir, no voy a mentir.

Durante los últimos 14 años de mi vida laboral me he encontrado con gente que se "orina" todos los días en los valores que debe poseer un "currela" normal. Malos trabajadores, peores compañeros. Faltas de respeto, dejación de funciones, nula voluntad de hacer simplemente el trabajo por el que les pagan. No necesito que me lo cuente nadie, lo he visto y lo veo con mis propios ojos. Personas que duermen plácidamente en su puesto de trabajo o que incluso acuden con un licor de más. "Compañeros" que reprenden, ignoran y humillan a chavales que vienen a hacer una colaboración a la semana por la que cobran menos de 30 euros. Sujetos (y "sujetas") que conscientemente tratan de "joder" el trabajo de otros trabajadores. Os juro por lo más sagrado que podría rellenar 10 páginas relatando faltas graves e intolerables que he presenciado durante los últimos 14 años. Y yo me planteo: ¿Cómo voy a apoyar incondicionalmente a unos sindicatos en los que ocupan un lugar privilegiado algunas de estas personas?

Porque tengo que decir que admiro a otros compañeros (sindicalistas o no) que desde la convicción, los valores y la solidaridad luchan y pelean por defender el servicio público, su puesto de trabajo y el de los demás. Tienen, tenéis todo mi reconocimiento. Pero me enerva, me saca de mis "casillas" ver en primera fila de la lucha a algunos "caraduras" que llevan ya demasiados años viviendo del cuento. Durante las últimas semanas he asistido a alguna fotografía infestada de surrealismo, como la de algún "camarada" con una camiseta de "Defendamos lo público" durmiendo a pierna suelta en su lugar de trabajo. Defender lo público comienza por intentar hacer bien tu trabajo y tratar de ayudar al compañero que tienes al lado. Tan fácil, tan difícil.

Asisto con perplejidad a como desde algún sector de los sindicatos se apela al famoso "Nos quieren dividir y tenemos que estar unidos". Ahora por lo menos tengo este humilde blog para transmitir mi humilde opinión, pero hace años cuando les envié una carta de protesta muy argumentada por una serie de mentiras que contaron sobre los programas de deportes, lo único que hicieron fue "calzarme" otra hostia en su siguiente publicación semanal, a la que tienen acceso los casi 1.200 trabajadores del ente. Muy unidos, sí, sí. Muy democráticos también. Siguen sin darse cuenta de que lo justo no es defender al trabajador, sino el puesto de trabajo, para que así lo pueda ocupar un buen trabajador. Es un matiz importante. 


 
La empresa ha demostrado muchas veces que "se la trae al pairo" el producto que ofrezcamos a los madrileños. Ni siquiera negocian con los sindicatos unos servicios mínimos para informar, para que la radio y la tele no se vayan "a negro" 24 horas, qué más da. Y algunos trabajadores celebran con entusiasmo que el medio en el trabajan no se vea y no se escuche durante un día entero. Con dos cojones. ¿Dónde está la autocrítica? Hola, ¿está la autocrítica por ahí? Es un fracaso de todos, yo el primero.

Onda Madrid es viable. Seguro. 100%. Es más, el balance económico siempre sería positivo desde la planificación y la dedicación. Así me lo demuestra mi escasa experiencia como "comercial", tarea que desempeñamos con orgullo e ilusión cuando se trata de "alimentar" la programación deportiva de una radio pública. Ahí fuera hay un montón de anunciantes que comparten nuestra pasión por la radio. Información, no opinión. Insisto. No admite debate que la radio pública es rentable. Se lo puedo demostrar con hechos a Mikel Buesa y Javier Morillas, esos dos contertulios papanatas multiasalariados que hace un par de semanas dijeron que Onda Madrid es una emisora clandestina.  En una cosa tienen razón, es bastante más clandestina que su demagogia y acusada estupidez, la cual está al alcance de todo el mundo. Aquel día apareció la inefable audiencia de la radio autonómica, dejando claro a este par de torpes que se merecen un respeto. Fue muy emocionante. Demasiado emocionante.

Desde aquí aprovecho para daros las gracias a todos. Por haber leído hasta aquí, por apoyarnos a través de las redes sociales, incluso por opinar que Radio Televisión Madrid debería cerrar y que el ERE está bien hecho. Cualquier opinión con argumentos es válida. Tengo muy en cuenta a los trabajadores "fuera de convenio". Por actitud, fuerza y "pelotas" son un ejemplo diario para mí. Y también quiero enviar un abrazo enorme y solidario a todos los compañeros que se están quedando en la puta calle por culpa del veneno que inunda el periodismo español. Margot, compañera y amiga, no he pretendido suplantar tu gran diario, simplemente necesitaba sacar lo que llevó dentro. Porque me siento inmensamente orgulloso, agradecido y feliz de haber trabajado (¡y seguir trabajando!) con tíos y tías que merecen mucho la pena. ¡Viva la radio! ¡Viva Onda Madrid!

miércoles, 14 de noviembre de 2012

CUANDO LOS RUGIDOS SE SIENTEN EN EL ALMA

Escribo esto desde la habitación 319 de un hotel de Atenas. Es temprano, de hecho ni siquiera he bajado a desayunar. No es una ciudad por la que sienta una especial predilección, quizás porque cada vez que me desplazó al pabellón OAKA me encuentro con un atasco de dimensiones bíblicas. Tampoco ayuda el hecho de que me decepcionara profundamente mi visita al Partenón, ni que el cambio de guardia en el Parlamento de la Plaza Syntagma me parezca una “bakalá” nivel 1. También es cierto que cada vez que vengo tengo cita con el inefable barrio de “Plaka”, donde una deliciosa “moussaka” y un sabroso yogur griego vacunan mi estómago y mi alma. Por ese lado, el culinario, Atenas mola.
Hasta aquí hemos venido porque mañana hay partido. Copa de Europa, 6ª entrega. Panathinaikos – Real Madrid, un auténtico clásico del Viejo Continente. El mejor equipo de siempre contra el mejor equipo del basket moderno. Una pasada de partido. Dos candidatos a levantar el trofeo, aunque los griegos han bajado su nivel tras la exitosa etapa Obradovic, mientras que los merengues han alimentado su arsenal con la plantilla más competitiva de las últimas dos décadas. El encuentro se juega en el OAKA, uno de los escenarios más calientes de Europa.


Porque hoy quiero escribir de eso. De atmósferas, de ambientes, de gargantas, de rugidos, de inolvidables sonidos radiofónicos, de animación, de intimidación. El periodismo, el baloncesto y la vida me han otorgado el privilegio de poder conocer aquellos pabellones que soñé visitar cuando de pequeño escuchaba los partidos a través del transistor. Soy bastante mitómano con este tipo de historias, digamos que me emociona poder conocer pabellones nuevos, sobre todo aquellos escenarios cuyas paredes y cuyo corazón han asistido a momentos mágicos, a citas inolvidables para los amantes del deporte. Qué bonito es sentir ese “gusanillo” cuando uno se planta en medio de la cancha y admira la pista, las  gradas, las cestas y las entrañas de ese gigante que esconde toneladas de recuerdos.

El OAKA es grande. Muy grande. Y caliente. La hinchada del trébol aprieta. Mucho, incluso más que sus vecinos de “La Paz y la Amistad”, paradójico nombre para un lugar en el que uno puede ampliar fácilmente su colección de bengalas, petardos y mecheros. En Grecia se anima y se grita mucho, siempre con esa parafernalia de los bombos y las decenas de pancartas que se colocan religiosamente varias horas antes de los partidos. Es excitante narrar un partido de baloncesto en Grecia, aunque siempre algunos salvajes atraviesan los límites lanzando cigarrillos encendidos o asquerosos escupitajos a los miembros del equipo rival.

http://portfolio.yorgonestoridis.com/wp-content/uploads/2012/04/panathinaikos-makabi.jpgGrecia y Turquía son parecidos, con esa influencia “futbolera” que convierte los pabellones en pequeños infiernos. La rivalidad entre los clubes alimenta esa pasión, que también se traslada a los choques continentales. La ebullición del “Ulker Sports Arena” (Fenerbahce) contrasta con la excesiva frialdad del majestuoso “Sinan Erden” cuando disputa allí sus partidos el Efes Pilsen. Se nota que “sólo” es un club de baloncesto. Un pabellón majestuoso que acogió la final del Mundial 2010 entre Turquía y Estados Unidos, una de las atmósferas más increíbles que he tenido la oportunidad de gozar. Retumbaba, se movía, casi dolían los oídos. Brutal. Inolvidable. 
 
Cubrir la Euroliga para Onda Madrid supone visitar el histórico “La mano de Elías (Yad Eliyahu)”, un templo remozado que todavía esconde el sabor de la Vieja Copa de Europa. O vibrar con la apasionada afición del Montepaschi Siena en esa “caja de cerillas” llamada “Pala Mens Sana”. También asistir a atmósferas frías y decepcionantes como los recintos alemanes, rusos, polacos… o el recientemente visitado “Stozice Arena” de Ljubjana, demasiado alejado del espíritu combativo de los hinchas de la extinta Yugoslavia. Allí, en el corazón de los Balcanes, tuve la suerte de asistir al ambiente más espectacular que me he encontrado en mi vida. De cualquier país, de cualquier deporte, de cualquier disciplina. Hablo de la Sala Pionir de Belgrado, el hogar de la hinchada del Partizan, sin duda la más enfervorizada y entregada de Europa. Allí conté hace un año por la radio el Partizan 80 – Real Madrid 79. Nunca asistí a nada parecido. La Pionir merece un post aparte en este humilde blog. Porque aquello es otro mundo. Porque no resiste comparación con nada. Porque en Serbia uno llega a sentir los rugidos en el alma.
               

martes, 6 de noviembre de 2012

UNA PIZARRA EN MODO VALIENTE


Siempre me gustaron los valientes. Pero en los tiempos que corren la valentía es un tesoro, una cualidad digna de admiración. Es difícil ser un valiente en la vida. Y en el deporte, "tirar" de valentía es una temeridad, una locura, en algunos casos hasta una quimera. Por eso considero que Pablo Laso merece el reconocimiento de los compañeros, de la crítica... y del baloncesto en general.


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El técnico vitoriano llegó al Real Madrid envuelto en una coyuntura complicadísima. Juan Carlos Sánchez y Alberto Herreros fueron vapuleados y zarandeados por la crítica y un sector muy amplio de aficionados, que consideraban que Laso era un entrenador menor, sin currículum y sin conocimientos para dirigir a la escuadra más laureada de Europa. La sección venía del terremoto creado por la dimisión de Ettore Messina, que perdió el rumbo hasta el extremo de solicitar su reingreso en el banquillo algunos días después. Una de las mejores pizarras del basket mundial se había estrellado en el Madrid, un club capaz de devorar incluso a los mejores. El experimento Molin nació con taras y finalizó con una incuestionable intrascendencia. El Real Madrid ni siquiera fue capaz de competir en una Final Four que no alcanzaba desde hacía 15 años.

Y en esas aterrizó Pablo Laso. "Perro viejo" como jugador, novel como "coach". El "tsunami" soplaba con tal fuerza que hasta un grupo de hinchas merengues se manifestaron a las puertas del estadio Santiago Bernabéu. "Vengo para intentar ganar, pero también voy a luchar por que juguemos bien al baloncesto. Conozco la idiosincrasia de este club". Valentía. Pablo Laso tenía tan clara su fórmula, como sus detractores su fracaso. Creo que a estas alturas de la película estos, como mínimo, albergarán algunas dudas respecto a los méritos de el otrora inteligentísimo director de orquesta.

Percibo que los madridistas se muestran satisfechos con la labor de Laso. Les dio la Copa del Rey, una corona con "bonus" triple: el título en sí, el hecho de recuperar un trono que su equipo no lograba desde 1993 y, sobre todo, el "subidón" de derrotar al eterno rival en su casa por veinte puntos de diferencia. Uno de los triunfos más "psicológicos" en el deporte de la última década. Sé cómo se celebró ese trofeo entre los aficionados. Pero también sé como lo festejaron empleados veteranos de una sección muchas veces desprestigiada desde dentro de la entidad. Pablo Laso fue el gran culpable de ese bálsamo reconfortante para decenas de miles de hinchas merengues.

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¡Ojo! La gallardía de Pablo Laso es fantástica no sólo para su club, sino para ese precioso deporte llamado baloncesto. Su propuesta es admirable para los que amamos con todas nuestras fuerzas este bendito espectáculo. Es alegría antes que coñazo. Es rebeldía antes que conservadurismo. Es correr antes que parar. Es ir a más de 80 puntos antes que quedarse los dos en 50 y pico. Es showtime. El Madrid tiene un equipazo, pero la valentía de su entrenador aumenta la pasión por el basket. Valiente hasta para prescindir de la figura del "center" puro, decisiva en el baloncesto moderno. Elogiable en estos tiempos duros en los que algunos iluminados de la gestión vomitan encima de los jugadores e hinchas. Necesitamos motivos para atraer a aficionados y no enterrar a los que tenemos. La pizarra de Pablo Laso es una vitamina para lograr salvar al deporte de la pelota grande. Una pizarra en "modo valiente".

Laso enamora. Y su equipo gana. De momento, una Copa y una Supercopa, o sea, un chuletón de buey y un aperitivo sabroso. El vitoriano tiene clavada una espina muy grande llamada Copa de Europa. El año pasado "patinó" en un par de momentos claves, pero él sabe que poseía mimbres para haber llegado mucho más lejos. Creo firmemente que el Madrid es este año uno de los candidatos a levantar el título continental, que en esta comparación gastronómica sería un solomillo con guarnición, postre, café, puro y copa. La copa más deseada por un entrenador... y más si ese entrenador es valiente.

martes, 30 de octubre de 2012

DE LAS LÁGRIMAS A LOS SUEÑOS



Nunca podré olvidar aquellas lágrimas del 6 de mayo de 2012. Las lágrimas de aficionados con los que he compartido unas cuantas aventuras durante los últimos 13 años. Las lágrimas de Pedro, "mi" pescadero, el pescadero "demente" que perdió años de vida aquella dolorosa tarde en el Palacio. Las lágrimas de Jayson Granger, inconsolable porque su "Estu" se iba a la mierda. Las lágrimas de mi amigo José Asensio, un tío que siempre me trató mucho mejor de lo que merecía. Las lágrimas de mis compañeros de la radio Nacho Serrano y Rosa Vara de Rey, golpeados en el corazón después de implicarse al máximo con el basket y la radio. Las lágrimas que "Informe Robinson" nos enseñó a todos en uno de los reportajes más duros que uno recuerda.

Se había consumado el primer descenso del Club Estudiantes. Merecidísimo. "Cocinado" durante demasiadas semanas de pésima gestión deportiva. Americanos borrachos, jugadores peleados con el compromiso, actores demasiado alejados de la preciosa idiosincrasia del Ramiro de Maeztu. Estudiantes mereció bajar. Y bajó. Me congratula comprobar que muchos hinchas colegiales preferían que su equipo hubiese cumplido esta temporada la "penitencia" LEB. Yo pienso exactamente lo mismo. Pero el club (lógicamente) se acogió a la legalidad para salir este año en la Primera División. Y armó un buen proyecto... un gran proyecto.


Himar Ojeda y Txus Vidorreta. Despacho y parqué. Dos tipos con currículum y con el talante adecuado para desempeñar sus respectivos cargos. El primero ha fichado muy bien, el segundo enseña una buena pizarra y transmite ese carácter norteño capaz de desenterrar la etiqueta "ganador" de un equipo que lo ha pasado fatal durante el último lustro largo. El ADN "Patio de colegio" de Granger, la infinita inteligencia de Germán Gabriel, la muñeca desafiante de un tío que es canadiense pero se apellida "inglés", el oficio y esfuerzo de Barnes, las ganas de comerse el patio, el Ramiro y el mundo de Jaime Fernández, el desparpajo saltarín de Lucas Nogueira... y el "fenómeno" Tariq Kirksay.

Kirksay es un caso aparte. Americano, con mujer parisina, internacional con Francia y capaz de hablar un castellano demasiado decente para un estadounidense. Detrás de su enorme rendimiento con la camiseta colegial, se esconde un tipo de lo más peculiar. De pequeño estuvo a punto de ser profesional del béisbol, participó como actor en la inolvidable película "American Pie" y comparte una ONG con la archifamosa Jennifer López. En sus ratos libres, mete cestas, coge rebotes y luce sonrisa en las filas del Asefa Estudiantes. Jamás confesará por qué extraña superstición se coloca una cinta en la calva.

El Ramiro ha vuelto. Segundos en la tabla y con una dinámica que ofrece la firme convicción de que el "Estu" puede volver al lugar que la historia del baloncesto español le tiene reservado. Todavía recuerdo aquella inolvidable final de 2004, con Azofra, Patterson, Jiménez, Loncar, Pancho Jasen... y Pepu Hernández en el banquillo. Tuve el enorme privilegio de contar aquellos 5 partidos por la radio, y puedo jurar que yo sentí como Vistalegre temblaba, como el pabellón se llegó a mover. Difícil recordar una atmósfera de baloncesto tan mágica como aquella. Allí estuvieron muchos de los empleados que ahora piensan, trabajan, crean, construyen, pelean y sueñan en las oficinas de la calle Serrano 127. Y también Alberto Toledano, Director General de Asefa, un hombre que enarbola la bandera del romanticismo (Estudiantes) y de la lucha (vida) para demostrarnos a todos que el idealismo es inmortal. De las lágrimas a los sueños. El patio de colegio regresa a la élite. Gran noticia para el basket español.