Etiquetas

viernes, 27 de febrero de 2015

ONDA MADRID OFF, RADIO MARCA ON

  
  "Hijo, que te acaban de llamar de Onda Madrid, que te han cogido". En pleno mes de junio de 1999, cuando los muchachos ni siquiera llevábamos un teléfono móvil con nosotros a todas partes, mi madre consiguió localizarme en casa de mi amigo Chiqui, que como era el único que tenía piscina era invadida cada tarde de verano por todos sus colegas. Mamá estaba llorando. Lágrimas de alegría, de felicidad, de emoción. Sólo ella había asistido a mis sueños radiofónicos desde que era un renacuajo. Sólo ella compartía mi devoción por ese transistor que llevaba pegado a la oreja desde ni me acuerdo cuándo. Sólo ella me había escuchado narrar desde mi habitación partidos reales o ficticios. Sólo ella sabía lo que significaba para mi trabajar en la radio. Yo nunca quise ser médico, ni piloto, ni profesor, ni futbolista. Yo siempre quise ser periodista. Yo siempre soñé con ser locutor de radio.

  
  Durante la mañana de ese mismo día mi madre, la persona que en condiciones muy difíciles me ayudó a estudiar una carrera y formarme lo mejor posible, entró en mi habitación y me dijo: "Llama a Onda Madrid, que te vas a quedar sin hacer las pruebas". Yo estaba liado preparando el programa diario de deportes que teníamos en Radio Miraflores de la Sierra. Para mí cada programa era como jugar una final de Copa de Europa diaria, así que allí andaba estrujándome el cerebro para cocinar una hora de radio digna. Los que me conocen saben que cuando preparo un programa tengo mis rituales y mis manías (¿verdad, Rosita?), y además como no me sobra talento necesito mucho trabajo. Pero le hice caso a mi madre. Pude no hacerlo, y no estaría escribiendo estas líneas. Pero afortunadamente le hice caso y levanté el teléfono. "Buenos días, quería hablar con José Luis Poblador, por favor". "Sí, soy yo. Las pruebas para entrar en Madrid al Tanto son esta misma tarde a las 4". 


                    


  No me jodas, esta misma tarde. ¡Mierda! A esa misma hora tenía el programa en Radio Miraflores, y eso para mí era una responsabilidad innegociable. Cada tarde de verano subía por la carretera de Colmenar con mi Renault 5 (¡4 marchas!) con todas las ventanas abiertas para que entrara un poco de aire, aunque fuera caliente como un horno. Llamé a mi compañero de andanzas (Jorge Aznal) y le dije que esa tarde no podía ir. Me sentía fatal, como si hubiera traicionado mi deber. Con el tiempo me he dado cuenta de que esa disciplina me ha ayudado muchísimo en mi profesión. Ese día (¡sólo ese!) me borré de Radio Miraflores... y el destino me echó un cable. Allá vamos, a hacer las pruebas para entrar en Madrid al Tanto, programa que yo escuchaba cada domingo por la mañana y que como cualquier oyente tenía idealizado.
     
 Estaba cagao, acojonao vivo. Más aún cuando llegué al edificio de Telemadrid/Onda Madrid y me encontré con unos 50 chavales como yo que habían ido a lo mismo. Llegó mi turno y conocí a José Luis Poblador. En ese momento ninguno de los dos sabíamos que ahí nació un vínculo que, pase lo que pase, va a durar toda la vida. Para él todavía era Carlos, ahora soy Blas. Para él y para muchos oyentes y socios de profesión. "Carlos, a narrar". Encendió la tele y apareció aquel Atlético de Madrid - Ajax de la Champions, en concreto la jugada en la que marcó el portugués Dani. Lo hice lo mejor que pude, pero honestamente creo que fue una mierda. Casi nunca me quedo satisfecho con lo que hago, un enorme defecto que soy incapaz de corregir. Entre la autoexigencia y la flagelación la línea es demasiado delgada, y creedme, a veces se pasa mal. En fin, salí de allí poco convencido y me fui a hablar de chicas, de música y de chorradas a la piscina de mi gran amigo Chiqui. Allí recibí la llamada que cambió completamente mi vida.


                        

     
  En 1999 comenzó mi etapa en Onda Madrid. El 31 de agosto hice aquel inolvidable Cercedilla 1 - Coslada 2. Canté mi primer gol en la radio, de Lucas para los locales. Y fui inmensamente feliz. Durante ese partido y durante los 13 años y medio siguientes. En Onda Madrid he hecho 100.000 cosas más de las que contenían mis sueños, me siento muy afortunado, no todo el mundo puede decir que ha cumplido sus sueños multiplicados por 100.000. He disfrutado como un niño narrando partidos de Tercera y finales de Euroliga. Y fútbol sala, balonmano, eventos de atletismo, qué sé yo, de todo. Un rodaje y una experiencia impagables. Amo todos los deportes, amo la radio, qué más puedo pedir, la vida me ha sonreído, he sido inmensamente feliz con un micrófono entre las manos. Y además he formado parte de un proyecto en el que los imposibles se intentaban. Periodismo también es viajar 1000 kilómetros al día en una Eurocopa con la única compañía de unas galletas Leibniz, coger por la pechera a un ruso para que te instale una línea digital, dormir en el único tugurio disponible de un pueblo austriaco o narrar el playoff de un equipo de Tercera rodeado de paisanos del equipo rival cabreados con tus alaridos de gol. He sentido en el alma la adrenalina de la radio, una droga que engancha. Joder, he sido inmensamente feliz haciendo radio, eso hay que vivirlo, no se puede explicar. Para un romántico de estadios y pabellones como yo, he tenido el enorme privilegio de conocer un montón, incluso aquellos míticos que alimentaban mis sueños de radio antigua. Os confieso que cada vez que terminaba una transmisión me quedaba 1 minuto observando el pabellón o el estadio de turno porque yo sabía que aquello tendría fecha de caducidad y que no podía olvidar que estaba viviendo un sueño. De lo poco de lo que puedo presumir es de que en estos últimos 15 años y medio no he olvidado ni un solo segundo que era un privilegiado y que cientos de personas hubieran pagado por hacer lo que yo hacía. Y que ni un solo día, ni en un solo viaje, ni en un solo programa, ni en un solo entrenamiento, ni en una sola entrevista, ni en un solo partido, ni en un solo inalámbrico, ni en una sola producción, ni en una sola conexión, ni en una sola función me he dejado llevar. Nunca. Ni siquiera en los últimos y difíciles tiempos. Para mí ha sido una enorme fortuna no nacer con un talento comunicador innato, eso me ha ayudado a luchar mucho, a trabajar mucho. Y es una enorme suerte porque te ayuda a superarte cada día.
     
   Mañana dejaré atrás 16 años menos 5 meses de mi vida. No de mi trabajo, sino de mi vida. Onda Madrid para mí ha sido mi vida. En Onda Madrid he madurado, en Onda Madrid he conocido a amigos que lo serán para siempre, en Onda Madrid me he encontrado con la mujer de mi vida, en Onda Madrid he llorado (por dentro, quizás sea una forma de protección) de alegría y también de rabia, en Onda Madrid he aprendido muchísimo, en Onda Madrid también me he llevado las decepciones personales más profundas de mi existencia, en Onda Madrid he perdido amigos por el camino. Lo dicho, los años más importantes de mi vida. Echo la mirada atrás, repaso algunos audios, algunas fotos y algunos recuerdos y sólo puedo dar gracias desde lo más profundo de mi corazón por lo feliz que he sido. Enormemente feliz, joder. FELIZ con mayúsculas.


                        


  Soy reservado, pero a la vez extrovertido, aunque parezca una contradicción. Prefiero no aportar muchos nombres aquí porque quienes me conocen saben que yo siempre intento que los demás reciban mi energía. No me guardo besos ni abrazos, me jode que se queden por el camino por pudor o vergüenza. Aunque luego con el tiempo te asalte la certeza de que a veces no recibiste lo que muchos días diste con discreción. Bueno, quizá los seres humanos no podemos o no sabemos aparcar el egoísmo. En el repaso mental que hago a diario y que he intensificado durante los últimos días he corroborado que durante estos años he cometido muchos, muchísimos errores. Pero siempre he intentado fomentar el buen rollo, las sonrisas y el respeto. Desde la inocencia del principio y desde la experiencia del final. Me he afanado en conseguir que los veteranos y los recién llegados vieran en mí a una persona que les podía ayudar. Qué menos, ¿no? Asumo que desde enero de 2013 (ERE) he cambiado. A pesar de las cientos de equivocaciones que a menudo martillean mi cabeza, me siento profundamente orgulloso de haber dejado de ser yo... para ser yo. Yo me entiendo, y algunos de vosotros sé que también. Es jodido, muy jodido, como asistir a un capítulo diario de una continua contradicción. Pero era necesario. Pido perdón de corazón si en los últimos tiempos alguien que no lo mereciera ha recibido de mí un gesto, una palabra o una indiferencia injustos.
     
  Aparco Onda Madrid. Ayer hice mi último partido de basket (¡cuántas alegrías me ha dado el binomio baloncesto - radio, Dios mío!). Mañana haré mi último partido de fútbol. Me hace mucha ilusión poder despedirme en Vallekanfield, en la cabina 18, entre mi gente. Siempre digo que ni aunque viviera un millón de vidas seguidas me llegaría para devolver el cariño que recibo en el barrio. No sé qué deparará el futuro, pero jamás olvidaré lo feliz que he sido en la radio junto al Rayo Vallecano y su gente. Y con todo lo demás, demonios. He flotado, he levitado, he vivido en una nube toda esta aventura, ha sido una constante y excitante montaña rusa. "Disfruta hasta el final de la radio a la que tanto quisiste", reza un mensaje muy especial que he recibido en las últimas horas. Es verdad, yo quise con locura a aquella Onda Madrid, y he tratado de demostrarlo cada día de mi curro. Una etapa de mi vida fascinante, hermosa, inolvidable, irrepetible. En estas líneas no quiero ni una pizca de ese rencor que albergamos los seres humanos cuando te duelen las cosas, a pesar de que Onda Madrid también me ha mostrado la profunda maldad humana, esa que cuando eres pequeño piensas que no existe. Ahora sólo cargo una enorme y pesada mochila de agradecimiento. Gracias a todos los compañeros que me han enseñado y de los que sigo aprendiendo hasta el último día. A algunos yo los escuchaba cuando era pequeño, ¡eh! jajaja. Gracias a la gente que dejo allí y que merece la pena. Gracias a los compañeros de profesión y de batallas que me regaláis vuestro cariño. Y gracias a ti, Pobla, por apostar por un imberbe de 19 años que aprobaba en ganas y suspendía en todo los demás. Sin tus enormes cojones quizá jamás habría podido disfrutar de mi gran pasión. GRACIAS.


                     

     
  Onda Madrid, off. Radio Marca, on. ¡Viva la radio! El lunes comienzo una nueva aventura, una aventura fascinante. Se me cae la ilusión de los bolsillos, funciona a pleno rendimiento la fábrica de mis sueños. Tengo unas enormes ganas de trabajar con compañeros a los que llevo escuchando muchos años. A mi gente le digo que no se preocupe, que aunque esto parezca una locura (y quizá lo sea), también esta vez va a salir bien. Y que gracias por apoyarme una vez más en todo a pesar de los miedos y las dudas. Me gusta el riesgo, no puedo quedarme parado, qué le vamos a hacer. Necesito darle algo más a mi profesión y, sobre todo, recibir muchas más toneladas de esa inefable pasión llamada radio. Seguiremos aprendiendo del oficio y de la vida. Estaré encantado si me queréis acompañar y arropar en este nuevo desafío. ¡Adelante! Gracias a todos por compartir conmigo la magia... de la radio.
    



       

lunes, 23 de febrero de 2015

UN EQUIPO GANADOR


 Hace 2 meses escribí un artículo en este mismo blog ("Callejón sin salida"). Los periodistas, aunque a veces tengamos fobia a las disculpas, nos equivocamos a menudo. Diría incluso que más que los demás porque en muchas ocasiones cometemos el error de abrazarnos a diagnósticos y predicciones absolutas. Por eso considero necesario enlazar aquel artículo antes de utilizar el bisturí para armar éste. Yo, en aquel texto, me equivoqué. Erré porque jamás pensé que el Real Madrid se fuera a levantar tan pronto, ni que fuera capaz de exhibir este gran nivel en 2015. Atisbaba evidentes síntomas de agotamiento en el proyecto, pero jugadores y entrenador me han demostrado que estaba equivocado. Porque el Madrid ha ganado la Copa. Pero no sólo eso, sino que ha conquistado el trofeo sacando su vena ganadora, su etiqueta de grupo competitivo. El Real Madrid de hace 5 años, o 6, o 10 siempre hubiera perdido una final con este guión.
     
 Nunca me he escondido, siempre he transmitido mi admiración y reconocimiento por el trabajo de Pablo Laso, a menudo debatiendo con muchos de vosotros que le tenéis cogida la matrícula. Lo que contamos durante el verano y refrescamos en Navidad está ahí, no se ha evaporado con los 2 nuevos títulos que adornan las vitrinas del estadio Santiago Bernabéu. Lo contado, contado está. Y son verdades como puños. Pero el que escribe pensaba que en ese escenario a este equipo le costaría mucho levantar el vuelo. Me han callado la bocaza, un zas en toda regla. Laso suma y sigue. Séptimo título, 11 finales de 14 posibles, 2 subcampeonatos europeos y ojo, para mí lo más importante, un baloncesto hermoso que será recordado por todos los amantes de este maravilloso deporte. No sé si este Real Madrid debería ganarlo todo. Lo único que sé es que el anterior, y nos remontamos a varios lustros, ganaba muy poco. Y hasta le costaba llegar a la última recta. "Lo que me deja satisfecho es demostrar que llegamos a las finales, que somos un equipo que compite siempre. Eso es lo importante porque en el deporte no se puede ganar siempre". Lo dijo el técnico vitoriano con la Copa de campeón entre sus manos. Qué razón tiene.




  Quizás le cueste reconocerlo, pero Laso también ha sido más Laso en los últimos tiempos. Porque en un equipo de Laso siempre jugará un Slaughter. Antes no aparecía, ahora sí. El "cotonou" con pasaporte de la República Democrática de Masacre es un virus que contagia rápido y se propaga por la pista, por el vestuario y por la vida. Qué importantes son esos actores en un equipo de baloncesto. Energía, actividad, compromiso, huevos. Fundamental sin ni siquiera mirar a la cesta. El Madrid ha llegado a la Copa en el mejor momento de la temporada. Rudy en su versión crack, Chacho con su varita inoculada por la magia, Felipe como toda la vida, Llull con su etiqueta de ganador incrustada con clavos en el alma. Y luego dos tipos que han sido capitales en el triunfo merengue.

  Gustavo Ayón y Andrés Nocioni. Soberbio el torneo del mejicano, que cuajó una final sobresaliente, acercándose al factor diferencial para el que fue contratado por su equipo sobre la bocina. Heroico Andrés Nocioni, el hombre que más fotografías y sonidos dejó en la tarde grancanaria. Jugó cojo, con el tobillo como una bota y con más energía que una bomba letal. Tapones de póster, alaridos de bestia, apretones de dientes para soportar el dolor. El Chapu celebró el título como si fuera el primero... o el último. Ser un ganador es ser Nocioni. El Madrid lo fichó para esto, para que fuera determinante en 4 ó 5 veladas señaladas. En la primera no ha fallado. "Respecto a mi lesión en el tobillo sólo le pido a mi mujer que estos días me permita descansar y no me deje a los niños", decía tras la final en Onda Madrid con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en los labios. El deporte necesita "piraos" como este tipo. Qué bendición.



   
  El Madrid ha levantado los dos títulos oficiales del curso 14/15. Y el de Copa lo celebró por todo lo alto, como debe ser, huyendo de esas fiestas funcionariales de muchos equipos que ya han triunfado demasiado. Los blancos apretaron la tecla de la unión y la solidaridad en aquel cercano (y lejano) último partido de 2014 perdido en el Carpena. A pesar de la derrota, los jugadores dejaron Málaga convencidos de que habían enderezado la nave hacia la ruta correcta. Ahora toca atizar a Xavi Pascual, olvidando una vez más que el deporte casi siempre son pequeños detalles. Esta vez Navarro (se apaga su incombustible luz) la falló y el genio canario la metió. Pudo ganar cualquiera porque son dos equipazos, pero la gloria se la llevó el Madrid. Jugadores como Felipe Reyes y Sergio Llull (-9 en la final) "¿Sólo? Dentro de la pista tenía la sensación de que era mucho peor", se reía a carcajada limpia tras el partido, llevan impresa a fuego la obsesión de la Copa de Europa. En Madrid, en mayo. Quizá otra vez con el Barça en el camino. Dos equipos ganadores que han demostrado muchas veces que se saben levantar. Este Real Madrid lo ha hecho. Y eso tiene mucho, muchísimo valor.