¡Qué fin de
semana más extraño! Lo pensaba esta pasada madrugada, cuando terminaba de ver
el Real Madrid – Olympiacos grabado. Me siento muy orgulloso de haber estado
vinculado a la información de baloncesto en Onda Madrid durante 15 años. Muy,
muy, muy orgulloso. Joder (perdón), infinitamente orgulloso. Fue para mí un proyecto inolvidable que aguantó
más allá de los resultados de los equipos madrileños. La vida gira rápido y ayer me tocó ver la
final por la tele y de madrugada. Gajes del oficio. Y además esto es lo de
menos, qué demonios. Porque estas líneas son para reconocer y dignificar a un
equipo alegre.
Este Real Madrid es una excelente noticia para el baloncesto. Escrito
está en la derrota, pues con más motivo ahora que acaba de elevar al cielo la
Copa más importante de todas. Este título esconde un enorme mérito porque
muchos, yo el primero, pensábamos en diciembre de 2014 que este éxito era
prácticamente una utopía. Pero el Madrid de Laso, y de Llull, y de Rudy, y del
Chacho, y de Felipe, y de Nocioni, y de Ayón, y de Campazzo, y de todos los que
estuvieron durante los últimos años y ya no están, ha podido con todo… y con todos.
Un equipo alegre. En el juego y en todo lo demás. Un grupo de trabajo que se ha levantado después de algunos golpes bestiales, sobre todo aquella final perdida hace un año en Milán. Ese directo al mentón hubiera mandado a la lona a cualquier púgil. Pero no, este equipo se levantó y siguió buscando la gloria. Este curso puede hacer pleno, Copa de Europa incluida. Mérito infinito. 8 títulos para Pablo Laso y 12 finales de 15 posibles desde que se sentó (es un decir, desde luego) en el banquillo del Real Madrid.
Este equipazo ha podido con todos.
Con las decepciones, con las 2 finales de Euroliga perdidas de manera
consecutiva, con las dudas de fuera… con las dudas de dentro. Porque me
reafirmo en que Pablo Laso ha trabajado con un equipo en el que, de partida,
creía menos que en el de la campaña anterior. Y en verano el kilómetro 0 mostraba
unos dirigentes con escasa confianza en el técnico vitoriano. Y como he escrito
en el amanecer de este artículo, antes de que el calendario cambiara el 14 por
el 15 este enorme éxito rozaba lo quimérico. El Madrid ha manejado de maravilla
los pequeños detalles, esos que al final te permiten campeonar. Con Bourousis y
Mejri fuera de la rotación. Con Nocioni jugando su mejor partido siempre el día
D. Con su mejor jugador durante el año, Felipe, protagonizando las 2 peores
funciones del curso en la Final Four. Con Slaughter como actor secundario
imprescindible. Sin salvadores y con mucha pizarra del entrenador. Una gestión
de los pequeños detalles sencillamente espectacular.
No lo hago en la derrota, tampoco quiero abrazarme sólo a los resultados cuando llega la victoria de un equipo ganador. Quiero insistir una vez más en que el Real Madrid de Pablo Laso, que está a punto de culminar su cuarta temporada como entrenador, es una bendición para el baloncesto y para el deporte en general. Ha ganado. Ha ganado mucho. Y encima no ha ganado de cualquier manera, sino abrazándose a un estilo que durante muchos momentos ha convertido la sagrada cesta en una actividad de ocio. Como periodista cercano al baloncesto madrileño, he tenido el enorme privilegio de conocer a un grupo de empleados que merece la felicidad. El vozarrón del doctor, la bondad del preparador físico, la nobleza de los utileros, la simpatía de los fisios, el cariño del delegado o la amistad del jefe de prensa. Creedme, esos también son equipo. Un equipo alegre. Un equipo que después de levantar la Novena regala felicidad.
Solo un pero: faltó la voz del baloncesto madrileño, el maestro Don Carlos Sánchez Blas. Un abrazo muy fuerte y Hala Madrid
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ResponderEliminarMuchas tardes retransmitiendo por media Europa el devenir de este Real Madrid como para no quererlo. Gracias Carlos.
ResponderEliminarMarca si quiere crecer debería dejarte narrar los partidos de baloncesto.Porque como tú no los narra nadie.Hala Madrid y grande Blas
ResponderEliminarA los que como tu tanto defendeis y loais a Felipe Reyes se os debería de caer la cara de vergüenza de la Final Four que hizo... demostrando su verdadero nivel, no el que vendeis.
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