“Cuando juego mis sentimientos son los
mismos que cuando estoy soñando”. Es una de las frases más hermosas que le
he leído a un deportista. Esta frase es la elegida por la página oficial del
Real Madrid para ilustrar la ficha de Luka Doncic, el muchacho con mejor
porvenir del baloncesto europeo. Doncic tiene todavía 15 años, no es ni
siquiera insultantemente joven, simplemente es un niño. Un niño que juega al
basket como los ángeles. Desde su 1.98 domina todos los departamentos del
juego. Es un base-escolta que actúa de 1, de 2, de 3, de 4 y de 5. Un chaval
que firma tarjetas estadísticas de otro tiempo, pero que además al verle jugar
te das cuenta de que los números es lo
de menos. Posee una enorme capacidad para mandar, para convencer al propio
partido de que se va a jugar como a él le dé la gana. Lo poco que le he visto
jugar en directo me ha conquistado. Sus vídeos me han enamorado. Y lo que me
cuentan aquellos que lo conocen de verdad me ha terminado de convencer de que
Luka Doncic luce ya en sus manos la matrícula del éxito. Si nada se tuerce,
este muchacho marcará una época en el baloncesto mundial.
Luka nació en Ljubljana hace
casi 16 años. Es hijo de jugador. Su padre, Sasa, fue profesional del
baloncesto hasta los 36 años, habitual en partidos de Copa de Europa e
internacional con la selección de su país. “El
sueño de mi hijo y de toda la familia era jugar en el Real Madrid”. Ese
sueño se hizo realidad en septiembre de 2012. El club blanco se quedó prendado
de la perla centroeuropea (más atinado que balcánica, ya que Eslovenia apenas
abraza estas famosas montañas en una mínima parte de la zona sur) en un torneo
celebrado en Roma. El niño (tenía sólo 12 años) se salió y tras una dura
negociación, Olimpia de Ljubljana permitió que la familia Doncic pudiera
cumplir su sueño. Luka firmó un contrato por 5 temporadas que expira en 2017. El
tiempo pasa rápido, el niño se está convirtiendo en un adolescente, vive en la
residencia de Valdebebas y recibe cada mes la visita de sus padres, que residen
en Eslovenia. Doncic no pierde ni una sola ocasión para reivindicarse, para
ofrecer funciones antológicas, para demostrar al mundo y a sí mismo que ha
nacido para jugar a este maravilloso deporte llamado baloncesto.
Vídeo de Basket Cantera TV
Luka siempre ha ido rápido,
incapaz de frenar su talento y su ambición. Sus educadores siempre han ido
despacio, conscientes de tener un diamante entre sus manos pero convencidos de
modelarlo con prudencia y paciencia. José Luis Pichel y Paco Redondo (su actual
entrenador en el equipo EBA), son figuras decisivas en la formación del jugador
esloveno. Luka es un cadete que juega con los juveniles, como antes fue un
infantil que jugaba con los cadetes. Siempre adelantado, siempre marcando las
diferencias entre muchachos mayores que él. A la hora de escribir estas líneas,
firma en el Real Madrid EBA una media de 15 puntos, 6 rebotes, 3’3 asistencias
y 20 de valoración en 29 minutos. En el reciente torneo de L’Hospitalet, en el
que el Madrid derrotó al Barcelona en la final por 87 a 55, Doncic disparó los
elogios de todos los presentes. 17 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias en el
partido definitivo, 13 tantos, 13 capturas y 4 recuperaciones en la semifinal
contra el Olimpia o 17 puntos, 5 rebotes y 29 de valoración en cuartos frente
al Galatasaray. Insisto, siempre con y contra jugadores mayores que él. Unos
días antes había debutado con la Eslovenia sub 16 firmando 46, 48 y 51 de
valoración en sendos choques. Un extraterrestre. Un genio.
¿Y ahora qué? Esa es la gran
pregunta, la madre del cordero. ¿Está ya preparado para disputar minutos de
calidad en la ACB? ¿Está listo para vestir la camiseta del primer equipo del
Real Madrid? Como casi siempre, los educadores piden prudencia mientras los
aficionados y periodistas reclaman inmediatez. Luka, que ya hizo el pasado
verano la pretemporada a las órdenes de Pablo Laso, rubricó hace unos años un
acuerdo en el que se compromete a jugar con la selección eslovena hasta los 18
años. La FEB va a ir a por él y cuando llegue ese momento él y su familia
decidirán. Para entonces ya debería de haber debutado en la Liga ACB, una
competición que le está esperando con los brazos abiertos. El basket necesita
alegrías, entusiasmo, novedades, perlas, genios. Apoyo a los entrenadores de
formación y educadores de cualquier club, de cualquier escuela, de cualquier
colegio. Los idolatro incluso con entusiasmo y envidia sana. Pero no puedo
dejar de preguntarme qué estaría ocurriendo, por ejemplo, si Luka Doncic
hubiera caído en el Joventut y con Aíto García Reneses como entrenador. ¿Son
demasiado conservadores? ¿Somos los demás demasiado irresponsables? Me parece
un debate fascinante y os invito a todos a alimentarlo en este post o en las
redes sociales.
Parece claro que sólo es
cuestión de tiempo. Que este muchacho es un elegido, uno de esos pocos que al
nacer es acariciado por la varita del talento. 1 entre 1 millón. Mucho se tiene
que torcer la senda para que no la “reviente” en España, en Europa y después en
la NBA. Mientras tanto, Luka se levanta cada día a las 6.45 para poder
compaginar en su apretada agenda baloncesto, estudios, descanso y ligeras dosis
de ocio. Guardo con mucho romanticismo y mucho más cariño el acta de la final
de la Minicopa 2013 (imagen adjunta en el artículo), en la que Doncic anotó 25
puntos, capturó 16 rechaces, dio 3 asistencias, y recuperó 5 balones. Sí,
también perdió 8 posesiones, una muestra de su imparable necesidad de acaparar
protagonismo. Levantó el título con 14 años recién cumplidos y 33 de valoración.
El futuro es suyo, el rabioso presente comienza a solicitar con urgencia las
genialidades de esta perla eslovena. El periodismo necesita compararle con
Ricky, o quizás con Mirotic por representar una evolución muy similar, pero él
está preparado para escribir su propia historia. Cuando juega, sueña. Seguro
que en sus sueños también juega al baloncesto. Y cuando juegue en la élite
conseguirá que todos los fanáticos del baloncesto soñemos despiertos.
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