Llevo unos cuantos días para escribir este
artículo. No por pereza, ni por bloqueo mental, ni porque la tableta se hubiera
quedado sin batería. La razón es que tenía la convicción de que la idea que
manejaba en la cabeza no era redonda, le faltaba algo para completar unas
líneas dignas de un post sobre basket. En la génesis la intención era alabar la
serie Unicaja - Real Madrid (vibrante, anotadora, espectacular, igualada,
durísima) en comparación con el cruce Valencia - Barcelona, en el que no se
regalan los puntos ni el baloncesto de ataque. Pero a estas alturas siento que
no sería justo. Entre otras cosas porque el desarrollo de la semifinal entre
segundo y tercero está siendo increíble... 4 victorias forasteras, y aún queda
el remate, un chimpún impredecible en la Fonteta. Así que vamos con una
sabrosa macedonia de playoff, a ver qué sale.
Me ha flipado el CB Málaga - Real
Madrid. Una pasada. Nivelazo. 170 minutos soberbios de baloncesto. Mientras
degusto un café (¡larguito!) en el tren rumbo a los Madriles, se
me pone la piel de gallina recordando el ambientazo del Martín Carpena. Nunca
lo vi tan caliente, tan entregado como en estas dos citas. Maravilloso el
momento del himno y también el caluroso tributo final, un gesto que evidencia
que Joan Plaza ha vuelto a enganchar a la parroquia malagueña. Unicaja se
despide con un 3-1 en contra, pero ha regalado un baloncesto formidable.
Estelar Suárez, dulce Toolson, jefe Granger, decisivo Fran Vázquez... así hasta
completar una nómina de actores que han tratado hasta el último aliento de
alargar el serial a 5 capítulos. En muchos momentos del duelo los verdes han
activado el baloncesto por el que ha apostado siempre el Madrid de Pablo Laso.
Defensa, rebote, correr, circular la bola... enamorar. No es fácil hacer eso,
nada fácil. Magnífico, de verdad.
Unicaja no estará en la final. El Barça,
quizás sí. Aunque haya anotado 77 puntos menos que los andaluces (en 10 minutos
menos también). Yo creo que se va a meter, aunque no sea el día más apropiado
para defender este pronóstico. Pero jamás pensé que este equipo mostrara las
costuras que se le ven durante el último mes. No me hubiera apostado ni la
entrada para el cine a que el Barcelona hubiera bajado los brazos en la
semifinal de la Euroliga, y mucho menos a que bordeara el ridículo en sus dos
envites caseros ante un Valencia capitidisminuido. Insisto. Guardo en la
mochila tanto crédito para este equipo que intuyo que ganaran el domingo, pero
sus titubeos me dejan asombrado. Es alucinante que sólo se agarren a un Navarro
exprimido cuando en la plantilla hay jugadores con nivel, galones y sueldo para
coger el carro y arrastrarlo hasta la canasta contraria. Fallan más tiros
libres que mi equipo infantil de la Sagrada Familia. Lanzan triples y triples
como si los sistemas estuvieran enterrados debajo del parqué. Increíble, de
verdad. Menudo quilombo se va a montar como los taronja remonten el 2-0,
algo que jamás ha ocurrido en los 30 precedentes anteriores.
Qué corazón tiene este Valencia. Qué
entrenador Perasovic. Qué manera de sobreponerse a todos los contratiempos. Qué
temporadón. La forma de competir y remontar en el tercer encuentro me
recordó a aquel Baskonia de Ivanovic que casi gana una Copa del Rey con Gadou
como obrero estelar. Peras. Escuela balcánica. Sin excusas. Cuando los
soldados caen, no hay quejas, sino más orgullo. Bárbaro. Como Felipe Reyes. El acabado.
No hay más calificativos para este bicho. Si España fuera un país serio,
el Gobierno hubiera sacado hace ya muchos años un decreto ley para crear esa
báscula que pueda pesar de una vez por todas las inmensos h...en fin, no sé sí
existirá. Qué pelotas... de baloncesto.
Y así van transcurriendo estos
apasionantes playoff 2014. Con estas semifinales inacabadas que aún buscan al
segundo aspirante al titulo. Una penúltima ronda que nos ha dejado 351 puntos
del Real Madrid, 347 de Unicaja, 272 de Valencia Basket y 270 de un Barcelona
que se apaga de forma alarmante. La gran final arrancará el jueves 19 y si agota
los 5 envites se irá hasta el 28 de junio. Ahí estará el Madrid de Pablo Laso,
que se abraza a su sexta final seguida y persigue su también sexto título en
tres años. Ahí siguen, 76 partidos después (67-9), con síntomas de cansancio,
con lesiones y con una fatiga mental evidente. Es curioso que 2 finales
seguidas perdidas de Copa de Europa inunden el huerto cuando ese huerto (el de
las finales europeas) ha sido un erial hasta que ha llegado el vitoriano. Laso
ha metido al Madrid en todas las finales 40 años después. Pero aunque campeone
otra vez dentro de 15 días jamás será capaz de vencer la otra final, la del
inconformismo. Cómo desgasta ese banquillo.
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