Hace no mucho
tiempo el Real Madrid de baloncesto “liquidaba” las temporadas en la
eliminatoria de semifinales. Acudía a Vitoria, por poner un ejemplo, con la
convicción interna y la sensación del exterior de que los que iban de blanco
serían derrotados antes de salir al parqué. El Madrid tenía un buen equipo con
buenos jugadores, pero la mayoría de las veces peores jugadores y peor equipo
que el rival. En aquellos tiempos, el basket merengue se presentaba en el Palau
Blaugrana como ese animal con orgullo que sabía que iba a morir. Sacaba su
orgullo, sí, pero siempre perecía. “Yo he comido mucha mierda, tío, pero
mucha”, me dice de vez en cuando una persona ligada desde hace más de una
década a la sección. Entre medias, un triple milagroso de Herreros en el Buesa
Arena y una gran Liga de Joan Plaza culminada en Barcelona otorgaron a los fieles
aficionados madridistas un par de dosis de felicidad. Oasis en el desierto. Al
siguiente curso, la vida seguía igual. Lo mismo ocurría en Europa, donde
alcanzar unos cuartos de final frente a Olympiacos o Maccabi ya se “vendía”
como un éxito. No había para más. En historia el Madrid vapuleaba a todos, pero
en baloncesto casi siempre era peor que el enemigo.
Cuento esto desde el privilegio
de haber disfrutado desde el micrófono de multitud de viajes, partidos y aventuras
junto al Real Madrid durante los últimos tres lustros. Trabajo (de momento) en
Onda Madrid, una emisora que hace suyos los éxitos del Madrid, del Estudiantes
y del Fuenlabrada. La obligación de un locutor de radio es transmitir emociones
a sus oyentes, que en este caso son mayoritariamente madridistas, colegiales y
azulones. Muchas veces me preguntan de qué equipo soy. Yo soy (de momento) de
Onda Madrid. Le debo emociones a nuestros oyentes, ese es mi compromiso aquí,
ese sería mi compromiso desde Radio Nou, Catalunya Radio, Aragón Radio, la
COPE, la SER o Radio Marca. El periodista es simplemente un vehículo, no nos
creamos más importantes. A lo que iba. El haber seguido al Madrid durante tanto
tiempo me hace ser plenamente consciente de que he contado muchas más
decepciones que alegrías a los admirables hinchas del baloncesto blanco.
La película ha cambiado. El Real
Madrid luce un equipo potente, un proyecto trabajado, unos jugadores que se
abrazan al top 5 continental. Los de Laso son respetados por los rivales y
etiquetados como favoritos por la inmensa mayoría de los “especialistas”.
Comparece en el cuadro final de los torneos con la convicción interna y la
sensación del exterior de que pueden ganar, de que van a ganar. Ayudan a
reforzar esta tesis el espectáculo, los mates, los contraataques celéricos, las
virguerías del “Chacho”, la elegancia sin parangón de Mirotic o las canastas
imposibles de Rudy. Pero una Copa del Rey y una Supercopa se antoja poco bagaje
para un rendimiento tan notable. La final de la Copa de Europa sembró dudas,
desasosiego, una infinita tristeza.
Por eso esta Liga se ha convertido en una obsesión para jugadores,
técnicos, empleados y aficionados del Real Madrid de baloncesto. El blanco o
negro de este club aparecerá sin ambages dentro de 10 días. El título doméstico
completaría un curso sobresaliente. La derrota en la Final contra el Barça
supondría un fiasco de dimensiones siderales. No es la opinión del que les
escribe, es la firme convicción de los que cada día trabajan por y para el
basket madridista. Jamás percibí una obsesión, una necesidad, un sentimiento de
deber tan grande en la sección de baloncesto del Real Madrid. Es un equipo
ganador que sólo aceptaría levantar la Liga número 31. Es, sin duda, la gran
obsesión.
Hola Carlos! Hola a todos!
ResponderEliminarHace 1 año tras el tercer partido de la serie final en plena euforia pareció que el Madrid estaba a un paso del título. Nunca olvidaré el 4º partido (2º en el Palacio) que tuvo algo que ver con una operación microquirúrgica por parte de Xavi Pascual, pero que aplastó al Madrid como un martillazo.
Lo mismo fue tras el Clásico en diciembre, tras el partidazo copero e incluso tras el Clásico de la 2ª vuelta en el Palacio y la semi de la Euroliga cuando el Barça con tantas bajas y tantos jugadores tocados plantó cara.
Pascual es un grandísimo estratega y motivador y sabe jugar contra los equipos como el actual Madrid. Tiene muchísima experiencia (sus jugadores la tienen también) que es trascendental en los momentos clave de la temporada. Pudimos apreciarlo en Londres.
Ojalá me equivoque, pero tengo la sensación que a pesar del factor cancha a favor del Madrid y su hipotética superioridad y frescura física los culés tienen más opciones de ganar. Parece que les da igual donde jugar y que se han acostumbrado a jugar tocados.
Es de risas el artículo en la web del Madrid donde se elogia la defensa madridista en los playoffs. Si comparar el nivel del los rivales del Madrid y del Barça clarísimo está que los monstruos como Katsikaris y Martínez son capaces de crear mucho más problemas que Moncho o Abós. Con todo mi respeto a todos.
Un saludo desde Moscú.
Elena
Describes al peor enemigo, el que agarrota las muñecas. Dodotis, el miedo a ganar
ResponderEliminarLa gran obsesión de todo grande debe ser ganar. Luego está la realidad, hay que saber hacerlo. Esa es la gran duda.
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