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miércoles, 29 de mayo de 2013

LA INEXPLICABLE NECESIDAD DE REBOZARSE EN LA MIERDA


     Hace unos meses, sentado a la mesa de un restaurante, un tipo al que yo quiero mucho que conoce a la perfección los entresijos del baloncesto, me dijo una frase categórica: “Hay gente que critica por decreto, ocurra lo que ocurra, todo lo que tiene que ver con el baloncesto”. Una gran verdad que ahora me sirve de gancho para escribir este artículo.

     Porque esa frase es una verdad como un templo. Como periodista, me impongo la obligación y siento la necesidad (no es lo mismo) de censurar aquello que considero que se está haciendo mal y aplaudir eso que creo que se está haciendo bien. A poder ser sin pontificar, ese mal del periodismo y de la vida que por momentos se vuelve insoportable. Algo que así escrito del tirón parece sencillo, y que sin embargo por momentos se convierte en quimérico, en un ejercicio de malabarismo y funambulismo a la vez. Pertenezco a ese reducido (o no) grupo de personas a las que le gusta informar sobre baloncesto, ver baloncesto, contar baloncesto, leer sobre baloncesto, escuchar a otros hablar de baloncesto, opinar sobre baloncesto, sentir el baloncesto. El baloncesto forma parte de mi vida. El baloncesto es una parte muy importante de mi vida.

     Trabajo (de momento) en un medio de comunicación que antes de “asesinar” su proyecto de deportes se volcó con el baloncesto. Creo en ese producto, creo en el baloncesto. Como deporte, como ocio… y también como elemento para transmitir emociones a los demás. Como amante del baloncesto no acierto a entender cómo es posible que un partido de semifinales de la Liga Endesa se programe un día laborable a las 18.15 horas, no me gusta que a la Copa de Europa vayan los novenos de una Liga y se queden con cara de gilipollas los cuartos, alucino con las huelgas de paripé que nunca se hacen, no me agrada el modelo “iluminado” del mandamás de la Euroliga, me parece una falta de respeto que el hincha del Real Madrid tenga que elegir entre ir al fútbol o al basket…  y así, como todos vosotros, podría enumerar decenas de detalles que, humildemente, pienso que los encargados de “vender” este maravilloso deporte están haciendo mal. Hasta ahí correcto y, sobre todo, muy necesario.
                                              
 
 
     Pero me enerva la gente que vive para criticarlo todo. Personas que supuestamente trabajan por y/o para el baloncesto. En mis conversaciones privadas con ellos no recibo ni una sola inyección de optimismo y cuando leo sus medios es imposible encontrar una buena noticia o una crítica positiva. Por no hablar de las redes sociales, en las que sus cuentas “escupen” palos, azotes y golpes contra todo y contra todos. No les gusta nada. Todos los clubes están gestionados mal, la ACB lo hace todo de manera penosa, la Euroliga es una vergüenza, cada minuto de realización televisiva es una basura, las audiencias son bochornosas, cada comentarista o narrador de basket es insoportable, el fichaje de Rudy por el Madrid es incomprensible, todos los horarios de todos los partidos de todas las eliminatorias del mundo mundial son un error… y así podría rellenar folios y folios de “zascas” contra todo y contra todos. Me pregunto si la explicación es que rebozarse en la mierda da más notoriedad que intentar buscar el equilibrio.     

     El baloncesto (y lo que le rodea) nos ofrece muchísimas cosas buenas. Sin ir más lejos,  el playoff 2013 nos está regalando momentos para la historia, como las tres prórrogas en el Príncipe Felipe o la hazaña heroica del Gran Canaria. Este deporte es tan mágico que Javi Beirán ha mudado en apenas 5 días de la culpabilidad extrema por fallar dos tiros libres claves a la máxima euforia por “profanar” el Buesa con una victoria antológica. Me niego a pensar que todo sea una ruina. Y me rebelo contra aquellos que manejan la convicción de que lo malo siempre “vende” más, una mentira que a fuerza de repetirla se ha convertido en verdad para demasiada gente de este país. Lo siento, pero yo me bajo del barco en el que navegan aquellos que tienen la inexplicable necesidad de rebozarse en la mierda.
    

3 comentarios:

  1. Amén. En el último párrafo das en la raiz del problema: que esos personajes piensan más en vender la imagen propia que en vender o informar sobre el baloncesto. De hecho, el problema es que quieren ser eso, personajes, y no periodistas

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  2. SÍ COÑO SÍ!

    crítica, sí, siempre, es imprescindible

    pero el rollito emo-destructivo de muchos ya cansa

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  3. Blas, también existe gente que engrandece el básquet con su forma de contarlo. Y afortunadamente son muchos! A que haces una lista propia te salen más de diez sin pensarlo!

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