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jueves, 2 de mayo de 2019

Y SI...


El descenso a Segunda está prácticamente consumado. La salvación se ubica a seis puntos, con otro equipo entre medias que saca cuatro, y otro por detrás echando el aliento en el cogote. Quedan solamente tres partidos, dos de ellos fuera de casa, donde el equipo no gana un partido desde el mes de enero. Hinchas y periodistas sacaron la calculadora el pasado fin de semana para ver qué cuentas descendían matemáticamente a la franja roja con aún tres fechas por delante. Y encima el Girona le gana al Sevilla. Y con Raúl de Tomás fuera dos partidos seguidos. Y con Javi Guerra, casi rescindido en el último minuto del último día de mercado, como único delantero disponible en la convocatoria.

Y va el Rayo y le gana al Madrid. Dos décadas después, en el momento más agónico de los últimos tiempos. Con dos pelotas… de fútbol. Venga, a comprar pilas, que la calculadora echa humo. O mejor, a comprar otra nueva, que esta ya está delirando después de tanto trajín. Juro por los dioses del balompié que el domingo a última hora Vallekanfield volvió a entrar en ebullición. No es que la gente piense que el Rayo se vaya a salvar, sino simplemente está orgullosa de reconocer a su equipo, ese que se deja todo lo que tiene al margen del resultado final. Veladas como la del otro día atestiguan que la afición del Rayo es muy fácil. Un imperceptible guiño de ojo les sirve para convertirlo en la conexión más profunda del mundo. Son un tesoro. Y la presidencia los está perdiendo.



Bueno, regresemos al planeta Tierra. Es rematadamente imposible que el Rayo se salve. Un amigo muy pirao dice que bajará el sábado en Orriols con un gol de Coke Andújar en el minuto 96. El destino es así de cabrón. Incluso la ciencia ficción de sumar los últimos 12 puntos de la Liga de una tacada no garantizaría la anhelada salvación. El Levante también se la juega y va a reventar su campo, con 353 irreductibles vallecanos que cogerán la A3 con la certeza de que cuando acabe la excursión solo existirán dos escenarios posibles: o la ilusión o el funeral. Creo que no hay nada más duro para un hincha que asistir al descenso de su equipo.

Nada, es cuestión de tiempo. Pero y si… Que no, que son castillos en el aire. Ya, pero quizás… ¡Mira la clasificación, demonios! La he mirado muchas veces, demasiadas. Tienes razón. Pero como por algún acontecimiento paranormal, milagroso e imposible el Rayo se quede este año en Primera División, lo del día del Tamudazo quedará en anécdota. Vallecas implosiona.

Posdata. A veces uno tiene que hacer cuatro triples mortales y siete tirabuzones para estar donde desea. Busca combinaciones imposibles y complicidades especiales para al menos saborear una pequeña dosis del Rayito ligado a su profesión. Hay días que uno siente y sabe que tiene que estar. Sí, estaremos el sábado en el Ciudad de Valencia.

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