Pablo
Laso. Él es el auténtico protagonista del culebrón del verano en el
mundo del baloncesto. Han transcurrido 16 días desde el final de la Final de la
Liga ACB y ni en uno solo de esos días se ha dejado de hablar del futuro del
entrenador vitoriano. La posición real (o legal, para ser más exactos) del técnico
es exactamente la misma que hace 20 días, 2 meses u 8 meses, que fue justo
cuando Laso amplió su vinculación con el Real Madrid hasta el verano de 2016.
Nada ha cambiado. Él es el entrenador del Madrid. Es un hecho irrefutable.
Pero lo legal no puede ocultar lo real, es decir, lo que está
pasando alrededor de la figura de Pablo Laso. Mi profesión me ha permitido
estar muy cerca de las aventuras y desventuras de la sección de baloncesto del
Real Madrid durante los últimos 14 años. Imaginaos las historias de todo calado
que han acontecido durante ese tiempo. Pues bien, me cuesta mucho encontrar
entre mis recuerdos algo parecido a este culebrón. Sabéis que intento
ser muy autocrítico con el periodismo y, sobre todo, conmigo mismo. La profesión
yerra cuando intenta adelantar una noticia por todos los medios y Twitter (tan útil
en ocasiones como diabólico en otras) alimenta esa falta de rigor a la hora de
tratar esa noticia. El hincha del Madrid y el aficionado al basket en general
ha podido leer durante los últimos días incluso que Pablo Laso ya había sido
destituido. Sólo con teclear "Pablo Laso" en el buscador de las redes
sociales encontramos auténticas barbaridades que se escriben sin una mínima
dosis de rigor. Así es imposible que nos ganemos la credibilidad como gremio.
Por eso lo más bonito que alguna vez me han podido decir como periodista es que
tengo credibilidad, eso es algo muy hermoso. Lo dice alguien (yo) que me equivoco
1000 veces al año.
Bueno, volvamos al lío. Yo estaba
convencido de que Pablo Laso estaba fuera del Real Madrid. Pero seguro. Hasta
el punto de que me hubiera apostado con cualquiera una docena de cenas. Todos
los indicios, todas las conversaciones, todas las llamadas, todos los
movimientos, todas las fuentes que he consultado me llevaban a esa convicción.
No sólo lo pensaba yo, sino muchos empleados de la sección, varios jugadores y
unos cuantos periodistas muy bien informados. Qué coño, el primero que pensaba
que estaba en la calle era el propio Pablo Laso, que no es tonto. Él sabe que
el respaldo que ha recibido nunca ha sido incondicional, ni siquiera en los
mejores momentos, durante los cuales renovó más por inercia y por apoyo popular
que por convicción profunda de los dirigentes. Como he escrito en varias
ocasiones, sólo Alberto Herreros ha confiado siempre, y sin ninguna fisura, en
el entrenador vasco.
Pablo Laso está ahora muy cuestionado dentro
de la propia sección y también en los despachos del club. Se le achaca no haber
sabido dirigir bien las finales y haber perdido las riendas del vestuario en el
tramo final de la temporada. Si la decisión de prescindir de él no llegó a
estar tomada (soy honesto y tengo que decir que lo desconozco), desde luego ha
estado muy cerca. Rozando el palo, besando el larguero, haciendo 10 corbatas
en el aro antes de escupir el balón. Muy, muy cerca. Pero mucho. Se ha
prescindido de sus ayudantes, sobre todo de uno, Hugo. López, que al fin y al
cabo siempre ha sido la mano derecha del entrenador en su todavía corta carrera
en los banquillos. Se ha sondeado a otro técnico, Fotis Katsikaris, al que la
normativa vigente no le permitiría firmar con un club hasta la finalización de
la Copa del Mundo, en la que el griego va a dirigir a la Selección de su país.
Y para mí lo más importante: a diferencia de los tres últimos veranos, el club
no está contando con Laso para la planificación del próximo curso. No existe un
contacto regular. Es cierto que el único fichaje cerrado es Nocioni, actor al
que en su momento el técnico dio el visto bueno, de hecho está encantado con
esa adquisición. Pero Pablo ha dejado de tener peso en ese departamento. Valga
como ejemplo que ha insistido muchas veces en que Darden es imprescindible en
su proyecto y el americano no va a ser renovado. Incluso desde los despachos
del Bernabéu se desliza que Slaughter podría ser cortado semanas después
de firmar su renovación a petición del actual entrenador. De locos.
No sé qué va a pasar con Pablo Laso. Si
Florentino Pérez ha frenado el despido no lo ha hecho por convicción, ya que mi
información es que el presidente tenía sentenciado al entrenador. ¿Motivos económicos?
No me cuadra porque eso nunca ha sido impedimento en el Real Madrid a la hora
de tomar decisiones importantes, y esta desde luego lo es. ¿Las encuestas?
Honestamente creo que tienen su peso, como el hecho de dejar desierto el
banquillo todo el verano ante la incredulidad de los aficionados y frente a la
excelente gestión estival que está haciendo el Barcelona.
El caso es que el "Pablo está fuera"
ha mudado al "Ya no tengo ni idea de lo que va a pasar con el entrenador".
Y eso, queridos lectores, lo dicen personas muy cercanas al culebrón. Yo
ya no me apostaría la docena de cenas que hubiera firmado sin dudarlo hace una
semana. Lo que tengo claro es que si Pablo Laso arranca su cuarto proyecto al
frente del Real Madrid, el curso puede ser un infierno para él. Su figura se ha
horadado mucho antes incluso de agarrar la bola en la primera sesión de
pretemporada. Los jugadores saben que no está respaldado. El club va a elegir a
sus ayudantes. Los ingredientes de planificación deportiva no van a ir de la
mano del cocinero. Y encima, visto lo visto, para Laso sería ganar la
Copa de Europa o fracasar estrepitosamente a ojos del club. Dejemos al margen
el hecho incuestionable de que Pablo ha ganado más títulos, ha estado en más
finales, ha llevado a más gente al pabellón y ha atraído a nuevos
patrocinadores. La decisión deportiva del Real Madrid siempre será debatible,
discutible, opinable. Pero la forma de encauzar este asunto está siendo una
gran pifia y así me lo trasmiten a diario decenas de fieles aficionados al
baloncesto madridista.
Esto es como la relación entre unos novios
a los que les ha ido muy bien. El “tal vez” es siempre lo peor porque acaba terminando
como el rosario de la aurora. Si el Madrid lo tuviera claro, si apostará de
facto por el “sí”, hace tiempo que hubiera ratificado públicamente al
entrenador (sé que lo hizo esta semana Herreros, pero me refiero a una acción
que finalizara de cuajo con cualquier especulación). Si fuera un
"no", Laso habría sido ya despedido. De momento la novia se decanta
por el "tal vez", una presión enorme para el novio y una insatisfacción
irrefrenable para los invitados a la futura boda, es decir, para los
aficionados que se quieren enganchar a un proyecto consistente y ganador. Pablo
Laso y el Real Madrid. El culebrón de verano más largo e intenso de los últimos
años.
Es una vergüenza el trato al entrenador, a la seccion y a los hinchas. Lo q no se como tenemos patrocinador.
ResponderEliminarsi cojemos el puente aereo hace un mes pascual estaba fuera, tras el ridiculo espantoso de la f4 con el madrid, una liga regular mediocre en donde ha perdido hasta con el santa maria de palautordera y haber fracasado en la supercopa y en la copa, ambos trofeos enlas vitrinas del madrid.
ResponderEliminary todo ello con un barcelona cuyo presupesto es muy pero que muy superior al del madrid.
asi que hace un mes pascual estaba fuera y un mes después superando semifinales acb en el ultimo segundo y ganando la final al peor madrid de los ultimos 3 años parece un phil jackson de la peninsula iberica.
asi es el deporte en los equipos top, donde la ecuanimidad brilla por su ausencia, y no es de extrañar que renueven a pascual un par de años o tres más, tras haber estado despedido hace un mes.
nada es lo que parece!
El esperpento es grande, pero el papelon de Laso tragando carros y carretas, renovando dejando colgados a sus ayudantes y demas lindezas no es para que se haga la victima tampoco
ResponderEliminarSólo discrepo en algo contigo Carlos, si Laso sigue es por la encuesta de Marca. Sería una lástima que quien nos ha devuelto la ilusión no continuara.
ResponderEliminar¿Sabe si van a cerrar Telemadrid? He escuchado algo pero no estoy seguro.
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