Voy a escribir sobre mi radio, Onda Madrid. Siempre será mi radio, esté donde esté, trabaje de lo que trabaje. "curre" donde "curre". Es mi radio como oyente, mucho antes de agosto de 1999, cuando hice las pruebas para entrar en "Madrid al Tanto". Y lo seguirá siendo si me echan y no la cierran, eso tenedlo por seguro. En Onda Madrid me he formado como profesional y como persona. He cumplido mi gran sueño. He disfrutado como un "enano". He llorado de alegría y de rabia. He aprendido (o no) que no siempre puedes esperar recibir lo que intentas dar. He perdido amigos y he ganado personas que ya sé que siempre me acompañarán en la gran aventura de la vida. Mi radio formará siempre parte de mí.
Tengo muy claro que quería, que necesitaba escribir este post. No tenía tan claro el momento, aunque sí la absoluta convicción de que jamás lo escribiría desde fuera. Es más honesto hacerlo desde dentro, lo otro podría ser considerado como una pataleta de "maltratado". Creo que ha llegado el momento. Me gustaría que nadie se sintiera molesto, pero eso seguramente forma parte del idealismo incongruente de aquellos que intentamos cada día (y no lo conseguimos) cuidar a las personas, ponernos en la piel de todos, incluso de esos a los que somos incapaces de comprender. Al final lo más importante es reposar la cabeza en la almohada con la conciencia moderadamente tranquila.
Los trabajadores de Telemadrid y Onda Madrid (¡también existimos!) van a ser sometidos a un ERE (Expediente de Regulación de Empleo). Duro, contundente, masivo, brutal. Las últimas informaciones apuntan a 925 personas, lo que supone prácticamente un 80% del personal. Este fin de semana, mientras hacía lo que más me gusta, radio, he visto a compañeros taciturnos, muy "jodidos". Me duele profundamente ver a buena gente con las lágrimas asomando en sus ojos. Me duele mucho porque ellos no se lo merecen. Saben quiénes son, sabéis quiénes sois. Y os puedo asegurar que hasta que esto vuele por los aires vais a seguir encontrando en mí una sonrisa, una broma, un abrazo, un beso, un guiño. Y que me va a seguir cambiando la cara cuando hagamos una "cagada" en el programa de los sábados, esa autoexigencia no es negociable.
Llevo trabajando en Onda Madrid 14 años. Quizá demasiado tiempo porque siempre he tenido muy claro que los ciclos se acaban. En estos 14 años he tratado de observar mucho, de no quedarme en ese mundo propio que a veces los seres humanos convertimos en un "ombliguismo" insoportable. Considero que 14 años dan para hacerse una idea de cuáles son las cosas buenas y las malas de una empresa tan peculiar. Conozco a muchos compañeros de Telemadrid, incluso he tenido el privilegio de colaborar como periodista para la tele, una experiencia increíble de la que salí muy fortalecido. Allí también encontré satisfacciones y un buen número de decepciones, pero me vais a permitir que me centre en lo que conozco, la radio. Onda Madrid.
Promover un ERE es reconocer un fracaso. Organizar un ERE tan bestial es reconocer que lo has hecho rematadamente mal. Echar al 80% de una plantilla es gravísimo. Es una decisión que esconde años y años de mala gestión. Errores intolerables que ahora van a pagar algunos buenos trabajadores y mejores compañeros. Deteneos a pensar en la ingente cantidad de malas decisiones que se habrán tenido que tomar para llegar a la conclusión de que sobran 3 de cada 4 efectivos. Es simplemente patético. Escandaloso. Pero creo que quedarse ahí sería un error, ponerse la venda de un corporativismo dañino y absurdo. Y yo no lo pienso hacer.
Trabajo con compañeros a los que admiro. De todos los departamentos, de todos los programas. Personas de las que aprendo todos los días, que se esfuerzan por hacer las cosas bien, por mejorar, por respetar al compañero que depende de su trabajo y de su colaboración. Mientras escribo esto me vienen a la cabeza decenas de nombres y apellidos, pero eso al fin y al cabo da igual. Pase lo que pase, recordaré con mucho cariño los momentos inolvidables de radio que he compartido con todos ellos. Pero lo que no podemos hacer es acomodarnos en la mentira de "Los mundos de Yupi", porque eso es una falacia de dimensiones gigantescas. Yo no quiero mentir, no puedo mentir, no voy a mentir.
Durante los últimos 14 años de mi vida laboral me he encontrado con gente que se "orina" todos los días en los valores que debe poseer un "currela" normal. Malos trabajadores, peores compañeros. Faltas de respeto, dejación de funciones, nula voluntad de hacer simplemente el trabajo por el que les pagan. No necesito que me lo cuente nadie, lo he visto y lo veo con mis propios ojos. Personas que duermen plácidamente en su puesto de trabajo o que incluso acuden con un licor de más. "Compañeros" que reprenden, ignoran y humillan a chavales que vienen a hacer una colaboración a la semana por la que cobran menos de 30 euros. Sujetos (y "sujetas") que conscientemente tratan de "joder" el trabajo de otros trabajadores. Os juro por lo más sagrado que podría rellenar 10 páginas relatando faltas graves e intolerables que he presenciado durante los últimos 14 años. Y yo me planteo: ¿Cómo voy a apoyar incondicionalmente a unos sindicatos en los que ocupan un lugar privilegiado algunas de estas personas?
Porque tengo que decir que admiro a otros compañeros (sindicalistas o no) que desde la convicción, los valores y la solidaridad luchan y pelean por defender el servicio público, su puesto de trabajo y el de los demás. Tienen, tenéis todo mi reconocimiento. Pero me enerva, me saca de mis "casillas" ver en primera fila de la lucha a algunos "caraduras" que llevan ya demasiados años viviendo del cuento. Durante las últimas semanas he asistido a alguna fotografía infestada de surrealismo, como la de algún "camarada" con una camiseta de "Defendamos lo público" durmiendo a pierna suelta en su lugar de trabajo. Defender lo público comienza por intentar hacer bien tu trabajo y tratar de ayudar al compañero que tienes al lado. Tan fácil, tan difícil.
Asisto con perplejidad a como desde algún sector de los sindicatos se apela al famoso "Nos quieren dividir y tenemos que estar unidos". Ahora por lo menos tengo este humilde blog para transmitir mi humilde opinión, pero hace años cuando les envié una carta de protesta muy argumentada por una serie de mentiras que contaron sobre los programas de deportes, lo único que hicieron fue "calzarme" otra hostia en su siguiente publicación semanal, a la que tienen acceso los casi 1.200 trabajadores del ente. Muy unidos, sí, sí. Muy democráticos también. Siguen sin darse cuenta de que lo justo no es defender al trabajador, sino el puesto de trabajo, para que así lo pueda ocupar un buen trabajador. Es un matiz importante.
La empresa ha demostrado muchas veces que "se la trae al pairo" el producto que ofrezcamos a los madrileños. Ni siquiera negocian con los sindicatos unos servicios mínimos para informar, para que la radio y la tele no se vayan "a negro" 24 horas, qué más da. Y algunos trabajadores celebran con entusiasmo que el medio en el trabajan no se vea y no se escuche durante un día entero. Con dos cojones. ¿Dónde está la autocrítica? Hola, ¿está la autocrítica por ahí? Es un fracaso de todos, yo el primero.
Onda Madrid es viable. Seguro. 100%. Es más, el balance económico siempre sería positivo desde la planificación y la dedicación. Así me lo demuestra mi escasa experiencia como "comercial", tarea que desempeñamos con orgullo e ilusión cuando se trata de "alimentar" la programación deportiva de una radio pública. Ahí fuera hay un montón de anunciantes que comparten nuestra pasión por la radio. Información, no opinión. Insisto. No admite debate que la radio pública es rentable. Se lo puedo demostrar con hechos a Mikel Buesa y Javier Morillas, esos dos contertulios papanatas multiasalariados que hace un par de semanas dijeron que Onda Madrid es una emisora clandestina. En una cosa tienen razón, es bastante más clandestina que su demagogia y acusada estupidez, la cual está al alcance de todo el mundo. Aquel día apareció la inefable audiencia de la radio autonómica, dejando claro a este par de torpes que se merecen un respeto. Fue muy emocionante. Demasiado emocionante.
Desde aquí aprovecho para daros las gracias a todos. Por haber leído hasta aquí, por apoyarnos a través de las redes sociales, incluso por opinar que Radio Televisión Madrid debería cerrar y que el ERE está bien hecho. Cualquier opinión con argumentos es válida. Tengo muy en cuenta a los trabajadores "fuera de convenio". Por actitud, fuerza y "pelotas" son un ejemplo diario para mí. Y también quiero enviar un abrazo enorme y solidario a todos los compañeros que se están quedando en la puta calle por culpa del veneno que inunda el periodismo español. Margot, compañera y amiga, no he pretendido suplantar tu gran diario, simplemente necesitaba sacar lo que llevó dentro. Porque me siento inmensamente orgulloso, agradecido y feliz de haber trabajado (¡y seguir trabajando!) con tíos y tías que merecen mucho la pena. ¡Viva la radio! ¡Viva Onda Madrid!